Extorsión a una mujer casada (parte 01)
Fecha: 15/03/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Stoner, Fuente: CuentoRelatos
... cuadriculada que llevaba. Se la sacó y sus tremendas tetas aprisionadas en un corpiño rojo quedaron a la vista. Luego se desabrochó el corpiño y sus dos grandes montañas de carne desnuda y excitante quedaron ante nuestros ojos. Sus pezones eran rosados y duros, del tamaño de un dedal. A Héctor y a mí se nos salían los ojos tratando de abarcar todo aquello.
- ¿Ahora están satisfechos? – lanzó molesta y desafiante la señora.
- Un poco. Seguí – ordenó Héctor.
Entonces Victoria se inclinó bajando su gastada pollera de jean. Sus suculentos muslos desnudos parecían brillar. Pronto la pollera quedó apartada a un lado, en el suelo, y ahí quedó ella, parada y solo con su tanga negra, expuesta para nosotros.
- Ahora date vuelta y arrodillate en el sillón parando bien el culo para que lo veamos – ordenó Héctor, que a esta altura se había impuesto como el conductor de la excitante situación. Admito que yo no hubiese podido llevar las cosas hasta allí.
La señora lo observó con una furia que delataba su impotencia, pero obedeció. Se dio vuelta y se arrodilló lentamente en el sillón apoyando sus manos en respaldo y paró su excitante culo; sus portentosas nalgas blancas lucían de lo más excitantes. Mi palo amenazaba con estallar.
No acercamos a ella, rodeándola. Victoria, con la cabeza gacha, lucia resignada.
Héctor estiró su mano y comenzó a acariciarle la nalga derecha. Lo imité y comencé a frotar su nalga libre. Su culo era grande, terso y firme, todo un sueño que me ...
... costaba creerme. Mi amigo desabrochó su bragueta y comenzó a pajearse con su mano libre sin sacarle los ojos de encima. Yo hice lo mismo. La señora me observó de reojo, dio un respingo y se mordió con fuerza los labios. Una silenciosa lágrima, producto de la impotencia que la embargaba, rodó por sus mejillas.
En eso escuchamos abrirse la puerta de entrada de la casa. Sin duda que se trataba de Pablo, su hijo, nuestro amigo, que regresaba de su clase de natación.
Rápidamente le salí al cruce y con un pretexto lo llevé a su habitación, escaleras arriba. Una vez ahí, Pablo me observaba un tanto extrañado. Al rato me dijo que debía hablar con su madre y bajó. En la escalera se cruzó con un Héctor sonriente, quien subía. Se saludaron bromeando. Eso me tranquilizó.
- ¿Qué pasó? – Le pregunté ansiosamente a Héctor - ¿Todo bien?
- De maravillas, no te preocupes – me tranquilizó Héctor -. En cinco minutos bajá al baño.
Momentos después hice exactamente eso. Estaba realmente intrigado.
Entré al baño y encendí la luz: entonces la vi y el corazón casi me da un vuelco: la mamá de Pablo estaba frente a mí. Pese a estar vestida, con su antebrazo derecho se cubría los pechos, como si se tratase de una indefensa cautiva. Comprendí la situación de inmediato y decidí que la haría mía en ese preciso momento. Avancé hacia ella y prácticamente me le abalancé encima rodeándola con mis brazos. Ella se mantenía tiesa como un poste y encajaba mi manoseo, rígida como una estatua y con ...