1. Extorsión a una mujer casada (parte 01)


    Fecha: 15/03/2020, Categorías: Incesto Autor: Stoner, Fuente: CuentoRelatos

    ... no me viera y la seguí hasta su casa. Cinco minutos después de que ella hubiese entrado, toqué el timbre su casa con mi mejor cara de distraído
    
    Por supuesto, ni bien me encontré con Héctor, le conté lo que vi y le mostré las fotos.
    
    - Si a estas fotos las ve su marido la metemos en un quilombo – dijo pensativo.
    
    - ¿Y eso que significa? – pregunté.
    
    Héctor me observó sonriente y enseguida supe que tramaba algo respecto a la señora.
    
    Una tarde, en la que sabíamos que Pablo concurría a sus clases de natación, fuimos a su casa. Victoria nos hizo pasar, sonriente y afable como siempre, y nos avisó que Pablo estaba en natación. Héctor le respondió que lo sabíamos y que justamente por eso estábamos ahí, para hablar un tema muy importante con ella. La señora abrió sus ojazos verdes en señal de sorpresa y nos hizo pasar al comedor. Nos sentamos los tres a la mesa
    
    Héctor fue al grano. Extrajo algunas fotografías de un sobre marrón - las que yo había tomado - y se las pasó. La mami tardó unos instantes en reconocer su contenido, y cuando lo hizo, su rostro adquirió una expresión de confusión y sorpresa.
    
    - ¿Pe-pero que es todo esto? – exclamó con un hilo de voz.
    
    Héctor le respondió:
    
    - Tenemos la dirección de mail de tu marido. No tenemos que decirte como te cagarían la vida estas fotos, Victoria.
    
    - ¿Pero ¿cómo...? – Balbuceó la señora al borde de las lágrimas.
    
    - ¿Qué vamos a hacer, Vicky? – la interrumpió socarronamente Héctor – ¿o mejor dicho qué pensás ...
    ... hacer? Porque depende de vos.
    
    Victoria caminó conmocionada hasta el sillón y se dejó caer en él. Cerró sus piernas delicadamente y se cubrió los ojos llorosos con su mano mientras que con la otra sostenía las fotografías.
    
    - Esto no puede ser... se trata de un malentendido... – lloriqueó.
    
    El perverso plan de Héctor corría de lo mejor. No pude evitar compadecerme un poco de la mujer, pero reconocí que la situación me excitaba tremendamente. Sentía mi pija erecta a través del bolsillo del pantalón.
    
    - Alfredo... – balbuceó la señora – el señor Sanctis... nunca paso algo entre él y yo... tienen que creerme.
    
    - No te hagas la santita, Victoria – respondió duramente Héctor -. Y, de todas maneras, a nosotros no nos importa.
    
    La mujer tomo aire intentando reponerse y dijo seriamente:
    
    - De acuerdo ¿Cuánto quieren?
    
    - Te queremos a vos – dijo Héctor clavándole la mirada.
    
    - ¿Cómo? – Exclamó con asombro la señora - ¿qué significa eso?
    
    - Queremos que te desnudes, ya – descerrajó Héctor. Realmente a mi amigo no le temblaba el pulso.
    
    - ¡¿Pero?! No pueden pedirme eso... – Protestó Victoria, desencajada.
    
    - ¡Podemos pedirte lo que se nos ocurra! – Exclamó con firmeza Héctor - ¿O querés que le enviemos las fotos a tu marido?
    
    - ¡No! - lo atajó Victoria - … está bien.
    
    Entonces la señora tomó aire y se puso de pie. Su rostro estaba lívido.
    
    - No tenemos todo el día – la apuró Héctor.
    
    La mamá de Pablo comenzó a desabrocharse nerviosamente la camisita ...