1. Mi jefe, el pizzero


    Fecha: 21/03/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... casi meterme los pelos de su pubis por la nariz. “Cómemela” repetía una y otra vez, entre otras palabras y guarradas que yo apenas alcanzaba a oír. Llegados a ese punto, yo no podía más. Me sentía completamente liberado, como si hubiesen soltado a una fiera de su jaula dispuesta a devorar todo cuando se cruzase en su camino. Aún de rodillas y con su polla en la mano, lo miré y le dije: -Fóllame. Quería sentirlo dentro. Quería tener esa polla taladrándome el culo, quería que me follara, que me convirtiera en su puta. -Vale –me dijo-, pero aquí no, espera. Me incorporó y me besó una vez más. Entonces se puso a buscar las llaves del baño, que en aquél momento no sabía dónde las había dejado. Era una imagen bastante cómica, verlo con los pantalones por los tobillos y la polla empalmada buscando las llaves por todo el restaurante. Gracias a dios no tardó mucho y pronto estábamos encerrados en el baño. Mientras nos besábamos y le acariciaba la polla, le desabroché la camisa –que aún llevaba puesta- a la vez que él jugueteaba con sus dedos en mi culito. -¡Qué culazo tienes! –balbuceó, con su lengua en mi boca. -Reviéntamelo –susurré. De una sacudida me dio la vuelta y me puso contra el lavabo, de cara al espejo. En su reflejo vi cómo Carlo se relamía y me separaba las nalgas para directamente después comenzar a comerme el culo. Fue la sensación más jodidamente placentera que había sentido en mucho tiempo. Su lengua pasaba por mi ano una y otra vez, rodeándolo, ensalivándolo para ...
    ... asegurarse de que su polla me entraba sin problemas. Poco a poco fue introduciendo su lengua en mi agujero, cada vez más adentro, una deliciosa y cálida follada que me ponía los pelos de punta y hacía que encogiera los dedos de los pies. Yo gemía y suspiraba, notando cómo Carlo introducía un dedo en mi culo. Escupía y lo introducía un poco más. Podía oírlo gemir, un sonido gutural alojado en su garganta mientras lamía mis nalgas y me metía otro dedo más en el culo. De pronto noté su cálida lengua en mi oreja, jugueteando con ella, mientras un tercer dedo se sumaba al suave metesaca que me estaba propinando. Estuvo así varios minutos, mordisqueándome la oreja y besándome el cuello a la vez que me follaba con sus dedos, cada vez más profunda y más rápidamente. -Ven aquí –me dijo, cogiéndome del brazo y arrastrándome con él hacia el inodoro. Carlo se sentó sobre la tapa, entreabrió sus piernas y por ellas se asomó su polla erecta, que apuntaba directamente hacia mí. Mirándome profundamente, Carlo me colocó sobre él, acariciándome y besándome la cara. Nos fundimos en un apasionado beso mientras me sentaba sobre él y notaba cómo su rabo resbalaba entre mis nalgas. Sin mediar palabra, tan sólo mirándonos con toda la pasión y el deseo que nos inundaba, Carlo agarró su polla y la dirigió a la entrada de mi culo. No teníamos condón, pero a esas alturas nada nos importaba. Yo sólo podía pensar en tener ese trozo de carne dentro de mí, en fundirme con Carlo hasta que ambos desahogásemos ...
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