1. Anita de tus deseos (capitulo 11)


    Fecha: 25/03/2020, Categorías: Incesto Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... ademán de levantarse, pero uno de sus amigos se adelantó.
    
    —Emil, si no vas a saber comportarte vete de mi casa ahora mismo, —el aludido se vistió rápidamente y después de darle una patada a la gorda, que seguía en el suelo, se dirigió a la puerta de la calle.
    
    —¡Vamos cerda! Que no tengo toda la noche, —la gorda se levantó y desnuda salió corriendo en pos de Emil.
    
    —Así no podemos seguir, —dijo otro—. Cada día está peor y se le va la pinza.
    
    —Nada, nada tíos decidido: no se cuenta con él para nada.
    
    Papá permanecía en el sillón sin decir nada: se le veía muy cabreado. Uno de sus amigos, le llevó una chica de mediana edad, muy delgada, que después de susurrarla algo al oído, se arrodilló entre sus piernas y empezó a desabrocharle el pantalón.
    
    —Venga tío, anímate, que seguro que Carmen lo consigue: que sé que te gusta.
    
    Esta última frase me golpeó en la mente cómo si me hubieran dado con un martillo. «¿Qué a papá le gusta esa guarra?»: no me lo podía creer. Mi mente estaba en ebullición mientras le chupaba la polla a uno de ellos. Incluso tenía ganas de llorar.
    
    Estaba inmersa en mis pensamientos cuándo noté el sabor inconfundible del esperma del que tenía su polla en mi boca. Para nada me había empleado a fondo, pero al parecer, ese gilipollas había quedado muy complacido.
    
    —La has enseñado bien: la chupa cómo los ángeles.
    
    —Pues entonces me toca a mí, —dijo otro. Se arrodilló delante y me inclinó hacia delante hasta que su polla quedó a la altura de mi ...
    ... boca. La introdujo y empezó a bombear mientras yo, de reojo, miraba cómo la tal Carmen seguía chupando la polla de papá. Noté cómo alguien empezaba a sobetearme el chocho mientras papá acariciaba el pelo de la Carmen. El placer se fue adueñando de mí, y sin duda el que me tocaba el chocho se dio cuenta porque insistió hasta que consiguió que me corriera.
    
    Cuándo me recuperé, vi que Carmen estaba sentada a horcajadas sobre la polla de papá y cómo la acariciaba el trasero.
    
    —«La voy a sacar los ojos a esa hija de puta» —pensé, aunque con las manos sujetas a la espalda y siendo el foco de atención de cuatro tíos, era prácticamente imposible.
    
    —Tenías razón sobre tu hija: es una máquina, —dijo otro que también se puso a toquetearme mientras otro más me metía la polla en la boca.
    
    —«También habla sobre mí con sus amigotes»
    
    Al rato me corrí otra vez y esta vez de manera mucho más escandalosa. Cuándo miré a papá, tenía a la Carmen abrazada y la estaba morreando sin descanso. No parecía que tuviera prisa por soltarla.
    
    Me pusieron bocarriba y otra de las mujeres, de raza negra, que permanecía en un rincón, me cabalgo la cara ofreciéndome su oscura y afeitada vagina. El tipo puso una silla entre mis piernas y cogiéndome los pies empezó a acariciármelos. Al cabo de un rato, muy lentamente me fue quitando los zapatos: recreándose en la operación. Siguió jugando con mis pies: oliéndolos, chapándolos, besándolos, hasta que empezó a masturbarse con ellos. Ordenó a la negra que ...