1. Un amante para Gema


    Fecha: 28/03/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... emana de él, grande, moreno, rígido y surcado de venas.
    
    ― Quítate el vestido, no se vaya a manchar ―indicó Róber con malicia.
    
    Gema, que sabía que lo que Róber quería era verla desnuda, sonrió dándose la vuelta para que él le bajase la cremallera. Después dejó que el vestido se deslizara suavemente por su cuerpo y que los ojos de Róber la fueran recorriendo. Sus hombros desnudos, su sensual espalda, sus caderas opulentas…
    
    ― Ahora estás aún más hermosa ―exclamó Róber atrayéndola hacia él.
    
    ― No seas bruto ―protestó Gema zafándose de su abrazo y sonriendo fue agachándose lentamente frente a él.
    
    Mi mujer cogió su contundente verga, y muy mimosa comenzó a acariciarla como sólo ella sabe hacer. A cámara lenta fue acercando su boca hacia el hinchado glande, púrpura y duro como una roca.
    
    ― No te imaginas las ganas que tenía de comértela. Te voy a hacer gozar como ninguna otra mujer lo ha hecho ―dijo Gema lascivamente.
    
    ― ¿Has oído? ―dijo Róber.
    
    Yo sonreí sabedor de su destreza como felatriz.
    
    ― Espera, ponte así, que tu marido no se pierda detalle ―y mirándola intensamente la retó― A ver qué sabes hacer.
    
    Mi esposa apenas estaba a un metro de mí cuando empezó su exhibición. Echó su pelo hacia el otro lado para que yo pudiera ver bien como la lamía. Entonces abarcó con la boca el infladísimo glande y se introdujo dentro la mitad del miembro de Róber. Luego lo fue sacando lentamente, chupándolo con deleite. Entonces dio comienzo un auténtico recital de ...
    ... lametones por todos lados y direcciones, intensas chupadas, juegos malabares con la punta de la lengua, intensas mamadas y tragadas cada vez más profundas.
    
    ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups!
    
    ― ¡La madre que te parió! ―exclamó Róber completamente alucinado.
    
    Gema permaneció atragantada durante unos segundos que se me hicieron angustiosos. Después la volvió a dejar salir centímetro a centímetro. Parecía cosa de magia que algo tan grande saliera de su boca.
    
    ― ¡Joder, qué pasada! ―la aclamó Róber.
    
    Mi mujer sonrió con suficiencia.
    
    ― Eso no te lo enseñaran las monjas, verdad ―inquirió Róber, a quién Gema le habría contado que estuvo interna en una residencia de monjas en su época universitaria.
    
    ― Te ha gustado ―le preguntó ella.
    
    ― Claro que sí, y a ti, ¿te gusta? ―preguntó Róber cogiéndola de la barbilla con suavidad.
    
    ― Me encanta tu polla ―confirmó Gema.
    
    ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups!
    
    Róber no se dio cuenta, pero al mismo tiempo que Gema le sacaba brillo a su polla Gema coló una mano debajo su braguita y empezó a acariciarse. Tener una polla en la boca la excitaba enormemente, y la de Róber era un ejemplar de primera.
    
    ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Slups!
    
    ― Así me gusta nena, vuélveme loco.
    
    ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups!
    
    ― Joder, ¡cómo la chupa tu mujer! ―proclamó Róber mientras Gema probaba a ponerle le polla al rojo vivo.
    
    ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Chups! ¡Slups!
    
    ― ¡Ufff! Podría hablarles a unos ...
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