Un amante para Gema
Fecha: 28/03/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... físico, parecía inteligente y discreto.
Gema subió a nuestra habitación y regresó con el consolador. Se puso a cuatro patas y comenzó a tocarse muy excitada. No tardó en pedirme que la penetrara. Cuando me coloqué detrás de ella vi que miraba la foto del miembro de Róber a la vez que mamaba el hermoso consolador de plástico. Estaba súper mojada.
El encuentro:
Llegó el día. A las 21:20 h. Gema y yo ya estábamos sentados en el restaurante. Teóricamente Róber debería llegar en diez minutos. Gema estaba preciosa, como siempre. Llevaba un vestido Cacharel azul con puntos blancos cuya falda le llegaba por la rodilla. Ése vestido realzaba sus piernas largas y esbeltas, y ella lo sabía, especialmente con los tacones que había elegido. Antes se había probado otro vestido más ajustado que le hacía un culo espectacular, pero ya no le gusta llevar ropa tan incómoda. Había hecho calor esa tarde de septiembre, por lo que nos tomamos en un minuto la primera de cerveza. Me dijo que se había puesto tanga. Gema estaba muy guapa y bastante nerviosa. “Ojala que todo salga bien”, pensé.
De repente lo vimos entrar en el restaurante. Rápidamente levanté el brazo para que Róber nos localizara. Llevaba un pantalón claro y una camisa azul oscuro. Nos saludamos y Róber me pidió que me cambiara de asiento para estar frente a Gema. Mientras cenaba un plato de pasta, vi como ambos parecían pasarlo bien, disfrutando del vino, la comida y su mutua compañía. Róber no dejaba de mirarle el escote. ...
... Habían cogido confianza rápidamente, como si se conociesen de toda la vida. Cuando nos marchamos, dejamos que Gema caminara en medio de nosotros. Estaba encantada de llevar a dos hombres con ella. Pese a los tacones, Gema resultaba menuda y parecía una muchacha a nuestro lado.
Estuvimos en un bar el tiempo necesario para que Róber demostrara que, a diferencia de mí, él llevaba el ritmo en el cuerpo y no sentía vergüenza alguna de bailar en público. La verdad es que me daba envidia ver como se movía y hacía girar a mi mujer al ritmo de la salsa, siempre con su mano entre la cintura y el culo de Gema. Bailaban sin pudor, como si yo no estuviera allí, por lo que decidí mandarle un Whatsapp a mi mujer diciéndole que me marchaba para casa.
Allí me senté en el salón. ¡No me lo podía creer! La excitaba pensar que estarían haciendo, cuando les oí llegar.
― ¿Estará durmiendo? ―preguntó él.
― No sé. No creo ―dijo Gema.
De pronto, Gema me vio y se quedó paralizada sin saber cómo reaccionar. Sin embargo, Róber aprovechó para atraerla hacia él y besarla. Desde ese momento supe que no me había equivocado con él. La besaba con deseo, sujetando su culo con fuerza y no tardó en introducir una mano entre sus piernas.
Gema se estremeció y pronto le imitó bajando hábilmente la cremallera de su pantalón y metiendo la mano dentro mientras seguía besándole. Le costó extraer su miembro erecto, pero una vez fuera, lo masturbó con suavidad y veneración, maravillada por la fuerza que ...