La fantasía de mi marido
Fecha: 25/09/2017,
Categorías:
Anal
Autor: Samantha Maggie, Fuente: CuentoRelatos
... pensando en lo que le acababa de decirle. Luego, escuché cuando le preguntó a Tatiana si estaba de acuerdo y ella dijo que si había leche para el niño, con mucho gusto se quedaba a cuidarlo.
—Pero nada más en lo que vas por la borracha de mi madre —Escuché que contestó mi hija.
Al poco rato, Ramón llegaba por nosotras al antro. Rebeca no estaba perdidamente ebria, pero sí lo suficiente como para necesitar ayuda al subir al auto.
—¿Me llevan a mi casa? —Preguntó cuando las dos nos sentamos en el asiento trasero.
—¿A poco ya te quieres ir Rebe? Mejor aprovecha que mis hijos y tu marido cuidan al bebé. ¿Qué te parece si nos tomamos algo en mi casa y luego te llevamos con Eduardo?
—¿En serio?... Bueno ¡Gracias! Y perdónenme. Pasé mucho tiempo sin salir a divertirme, hoy es mi noche.
—Ya lo sé, guapa —Le dije, apoyando su decisión.
Nos tomó un poco de tiempo, pero al llegar a mi casa, entre mi esposo y yo dejamos a Rebeca lo suficientemente borracha como para no rechazar a Ramón cuando éste la abrazó mañosamente en el sillón. En ese momento, yo me levanté de mi lugar para ir a la cocina y dejarlos solos.
Cuando volví con las tres copas llenas de vino, encontré a mi marido besando apasionadamente a Rebeca mientras ella se dejaba acariciar las piernas por debajo de la mini falda que llevaba. Ella abrió los ojos y tardó un poco en reaccionar cuando me vio de nuevo sentada en el sillón. En ese momento, la tímida Rebeca Intentó apartar de sí a ...
... Ramón.
–Esto… Esto no está bien. Perdón, estoy muy borracha. Ya quiero irme… Perdón —Dijo ella, un poco alterada.
—Oh, no digas eso, guapa. Estamos pasándolo muy bien. Quédate otro poco. ¡Vamos a brindar! —Le dije y le extendí una de las copas. Ella la tomó sonriendo apenada y luego Ramón le hizo beber la copa de un trago.
—Hay que bailar —Propuse— ¿Por qué no bailas con Ramón? Anda.
Rebeca apenas si podía estar en pie y mi esposo no tardó mucho en aprovechar y comenzar a bajar sus manos de la cintura al culo de Rebeca, quien bailaba de forma descompuesta. Mi esposo se acercó para besar el delicado cuello de nuestra amiga, y aunque ella lo rechazó al principio, terminó inclinando la cabeza para dejarse hacer. En eso, sonó mi celular. Era Tatiana, preguntando si ya íbamos en camino a la casa de Rebeca.
—No hija. Rebe tomó de más y a tu papá lo paró el alcoholímetro. No vieras el dineral que nos sacaron los policías —Le mentí, sin apartar la vista de mi marido y Rebeca, que a esas alturas ya era muy poco consciente de que Ramón estaba manoseándola mientras bailaban.— ¿Crees que puedas cuidar al bebé? No me gustaría salir de nuevo a la calle. Nos harías un gran favor.
—Claro, má, pero eso vale un permiso para salir el próximo sábado. —Dijo mi hija aprovechando su oportunidad y luego agregó— El nene sigue durmiendo, como el borracho de su padre, que se encerró en su cuarto y se ha puesto a roncar.
—Está bien, hija. Cuando amanezca, tu papá irá por ustedes ¿Está bien? Si ...