1. SECUESTRADA (2)


    Fecha: 04/04/2020, Categorías: Dominación / BDSM Autor: noespabilo, Fuente: SexoSinTabues

    No tenía noción del tiempo. Pasaban las horas, los días, no sé cuantos. No sabía si era de noche o de día. La rutina era casi siempre la misma, con algunas variantes. Comía, me lavaban, me follaban, dormía y de nuevo lo mismo. En ocasiones, mi "cuidador", se quedaba a follar y dormir conmigo, pero en estos casos me mantenía atada todo el tiempo, supongo que para evitar que le quitara las llaves para escapar. En una ocasión me trasladaron a otra estancia. Las manos atadas a la espalda. Me quitaron la venda al llegar y sentí verdadero terror. Era como una mazmorra de la edad media. Con máquinas de tortura. Extraños instrumentos. Paneles cubiertos de tenazas, látigos, vergajos, varas… El techo colmado de cadenas, cuerdas, poleas… La sala era muy grande. En el centro había una tina, de unos cuatro metros de lado y más de un metro de altura, como una piscina de madera y plástico, llena de agua. Al fondo vi a un grupo de personas cubiertas con capas con capucha que impedía ver sus rostros, aun así, un potente foco sobre sus cabezas, apuntando hacia mí, me deslumbraba y me impedía ver. Por un lateral entró un hombre grande con la cara cubierta, acompañado de otro joven con los ojos cubiertos, desnudo, como yo. Ataron sus manos a la espalda, como a mí. Le quitaron la venda y pude ver que era muy jovencito. Unos dieciocho años, no más. Nos miramos y las lágrimas acudieron a nuestros ojos. Teníamos miedo. Pánico. No sabíamos hasta donde podía llegar aquella gente inhumana que ...
    ... disfrutaba con el dolor ajeno. Dos de los encapuchados nos empujaron al chico y a mí hacia el centro de la sala, junto a la piscina. Nos colocaron un arnés desde los hombros hasta los tobillos, donde engancharon los mosquetones. Uno de los encapuchados, era una mujer, se acercó y arrodillándose ante el chico, se trago su pene y lo excitó hasta ponerlo en erección. Nos enfrentaron y ataron nuestros arneses de forma que los sexos quedaron juntos y con la mano, la chica penetró mi vagina con el pene del chaval que lloraba amargamente. Me daba pena porque veía en él a mi hijo y el recuerdo se me hizo insoportable. Besé sus labios intentando tranquilizarlo. Me miró fijamente y sentí que su verga crecía dentro de mi coño, que se encharcaba. Me avergüenza aceptarlo, pero el miedo, la incertidumbre, la posibilidad de que aquellos crápulas pudieran acabar con nosotros, me producía una extraña excitación, provocando una secreción continua de jugos que se deslizaban por mis muslos y, supongo, por las piernas del chico. — ¿Cómo te llamas? — Pregunté al chico. Oí un silbido y un dolor atroz laceró mi nalga derecha. — ¡¡AAYYY!! ¡Cabrones! ¡Soltadnos! Otro silbido y una vara se estrello en mi nalga izquierda. — ¡Silencio! — Se oyó la voz metálica que parecía de ultratumba. Y me callé. Aquellos energúmenos carecían de sentimientos. Eran auténticos psicópatas. Terminada la unión de los dos arneses, comprobé, en mi propia carne, que la unión era perfecta. Además, los vergajazos habían facilitado la ...
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