1. UNA LINDA HISTORIA 3


    Fecha: 06/04/2020, Categorías: Incesto Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues

    ... cuestión de palanca. Ya lo he hecho otras veces. Tú mira que no se enganche. La verdad es que el mostrarme duro no se me pasa por la cabeza, en ese momento. Solo estoy haciendo lo que padre me ha enseñado. Ese ternero se le ha escapado a alguien y, quizás, lo estarán buscando. Hay que llevarlo al veterinario, que compruebe si está marcado y si está sano. Él se ocupará de dar parte a las autoridades. Después, el matarife lo descuartizará y lo meterá en el congelador. Si el ternero está sano, esa carne vendrá muy bien en la granja. Pero, para hacer todo eso, hay que darse prisa. Tiro con fuerza de la cadena. Los guantes me permiten mantenerla fija entre mis manos. Primero subo los cuartos traseros del bicho. Con un gruñido, recojo más cadena y agarro una de las patas. Ahora, tengo dos puntos de fuerza. Encajo los dientes y exprimo mis músculos. Solo queda el flácido cuello fuera del portalón de la camioneta. Maby me mira como si fuera un héroe mitológico. Arrastro el cuerpo de la res muerta hasta el fondo y salto al suelo para cerrar el portalón. Siento las manos de ella en mi baja espalda. ― Ha sido increíble – susurra. ― Te dije que era fuerte. ¿Captas ahora porque no quiero pelearme con nadie? Asiente con la cabeza, dejando que sus ojos celestes demuestren un candor que me parece totalmente falso. Es una buena actriz. Recojo el alambre cortado. Ella se ha puesto otros guantes y lo lleva a la camioneta. Recoloco el poste caído y extiendo nuevo alambre. Con su ayuda, tardo ...
    ... poco, apenas una hora, en dejar la cañada todo otra vez cerrada. ― Buen trabajo, Maby – la felicito al subirnos a la camioneta. ― Me ha gustado – sonríe. -- ¿Eso ya me convierte en una paleta? Suelto la carcajada y arranco hacia la ciudad. Casi con orgullo, Maby cuenta, durante la cena, nuestra hazaña. Como habíamos desenganchado la res, como la subimos a la camioneta, y como reparamos la alambrada, todo en plural, claro está. Le sonrío a Pam mientras la chiquilla relata los terribles pinchazos que se ha llevado con el alambre de espino. Padre me palmea el hombro por lo acertado de mi decisión y Pam me asegura que de esa carne puedo hartarme, dos veces en semana. El pescado a la plancha que me sirve madre casi es una recompensa, desde la taza de té y la galleta que Maby y yo nos tomamos en la consulta del veterinario. Es un buen momento para comentar a la familia mi idea de irme a Madrid una semana, antes de las vacaciones de Navidad. Padre reflexiona, pero llega a la misma conclusión. Es una de las temporadas más flojas del año. Puede arreglárselas solo. Saúl gruñe porque sabe que me tendrá que suplir en ciertas faenas. Madre exclama que, de esa manera, volveremos Pam y yo para las vacaciones. Lo que en verdad quiere decir es que se alegra de que haya decidido salir del desván. Me quedo poco mirando la tele. Pam y Maby parecen estar de confidencias. Prefiero irme a la cama. Necesito pensar en todo. Además, quizás Pam se pueda escapar, en la madrugada. Esperanzas, que bonito. ...
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