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Mosquita muerta
Fecha: 07/04/2020, Categorías: Gays Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... mejillas. Había una mancha en el suelo, pero no olía a pis. ¿Te has meado? Pregunté. Negó con la cabeza, pero me miraba suplicante. Acaricié su sexo, licuado, del que vi caer alguna gota. ¿Quieres mear? Asintió vehemente. Primero deberás hacer algo por mí. Sin quitarle la bola le ordené limpiar la mancha con los labios, déjalo limpio y te llevaré al baño. A los dos minutos, el suelo brillaba. La agarré del cabello y la arrastré hasta el lavabo, pero la obligué a entrar en la bañera. Con suavidad le apoyé la cabeza contra la pared, sin soltarle el pelo con la mano izquierda, para que sus nalgas quedaran expuestas. Le mostré la fusta que sostenía con la mano derecha y le propiné el primer azote. ¿Quieres mear? Rugió gritando, asintiendo. Otro azote. Pregunté de nuevo. Mugió. Azoté. Conté diez golpes, con sus respectivas respuestas, hasta que penetré su ano con el mango de la fusta. Allí lo dejé mientras María gemía suplicante. Entonces ordené, mea. Un amplio chorro amarillento resonó violento contra el suelo lacado de la bañera, mientras la chica liberaba un grave quejido temblando sin parar. Cuando se agotó el manantial, le quité la bola. Sorprendentemente, una espesa masa blancuzca y espumosa se le escapó entre los labios, mezclándose con el charco orinal. Le acaricié el sexo desde detrás pero de nuevo le prohibí correrse. Cuando me avisó que llegaba, me detuve, desalojé el mango de su recto y se lo tendí para que lo limpiara, arrodillada en la bañera. Sin ...
... dejarla salir, abrí el agua para llenarla, invitándola a un baño relajante pues hoy te lo has ganado. Aprovéchalo, pues en media hora bajaremos a cenar. La dejé tranquila un buen rato mientras veía las noticias en el canal 24 horas tumbado en la cama descansando, hasta que decidí que la actualidad ya me había penetrado suficientemente. Me levanté y me dirigí al baño. María estaba hundida en un mar cálido, con los ojos cerrados, como si durmiera, pero los abrió automáticamente al sentirme cerca. -¿Qué tal el baño? -Muy bien, gracias por permitírmelo. Y gracias por traerme a Valencia, me has hecho muy feliz. -Me alegro que te guste, pero sabes que no es con palabras como debes agradecérmelo. Asintió congelándosele la sonrisa, a la vez que se incorporaba levemente, esperando instrucciones. Pero no se las di hasta que hube entrado yo también en la bañera, quedando de pie entre sus piernas, pues era larga pero no lo suficientemente amplia para tumbarnos ambos. -Quédate quieta, pero abre la boca –ordené agarrándome el miembro par apuntar. Ahora fui yo el que meó, mientras María acogía y tragaba. En cuanto le pegué las últimas sacudidas, la chica se incorporó lo justo para llegar a mi pene y limpiármelo con la lengua. Nos duchamos juntos mientras el agua sucia se perdía por el desagüe, me secó, yo no la sequé a ella, y nos preparamos para bajar a cenar. Al tratarse de un hotel que solíamos frecuentar los ejecutivos de la empresa, no quise exhibirnos demasiado, a ...