1. Mosquita muerta


    Fecha: 07/04/2020, Categorías: Gays Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... pesar de que ella lo deseaba más que yo. La vestí con otra falda mínima que le había regalado hacía pocas semanas, blanca, y una blusa entallada sin ropa interior. Estaba preparada para matar, pero si no desabrochabas ningún botón ni abría las piernas descaradamente, pasaba por una joven atrevida, pero no obscena.
    
    Así que cenamos tranquilamente mientras le preguntaba qué quería hacer o ver de Valencia. Más allá de la playa de la Malvarrosa y la ciudad de las Artes y las Ciencias, no conocía gran cosa, así que debía actuar yo de Cicerone. Pero ambos sabíamos que le importaba bien poco donde la llevara pues su voluntad era mi voluntad y su deseo era obedecer, satisfacerme.
    
    Ya que no lo había hecho en la cena, decidí exhibirla, así que nos dirigimos al puerto deportivo donde hay varios locales nocturnos que no están mal. No es la zona principal de la ciudad en cuanto a pubs y discotecas, pero en verano suele tener buen ambiente. En el trayecto en coche le estuve acariciando el sexo que seguía licuado, pero sin permitirle correrse, algo a lo que se había acostumbrado pero que me permitía cegarla y tenerla aún más a mi merced.
    
    Tomamos la primera copa en un local poco concurrido, así que más allá de bailar y sobarla un poco, no jugamos demasiado. Cambiamos de local, donde la hice entrar sola. Este tenía más afluencia pero un lunes de mayo no tiene aún la vida que me convenía para mis intenciones, aunque ya pudimos entrar un poco en materia.
    
    Le ordené acercarse a la ...
    ... barra esperando que alguien la invitara. Gracias a su provocativo atuendo y a ser la única chica sola del pub, no tardó en tener compañía. La orden era tontear con el primero que le entrara, fuera quien fuera, fuera como fuera. Obedeció, pero el tío era demasiado guapo, el típico tiburón nocturno, así que pronto opté por plegar velas.
    
    Estaba cerca de ellos, también en la barra, para escuchar lo que se decían. María se mostró abierta al encuentro, aunque solamente le había pedido ser una calientapollas, sin darle pie a mucho más. Cumplió con creces, mirándome de reojo buscando mi aprobación cuando el tío la invitó a bailar, dejándose tomar por la cintura, caderas incluso, pero poco más pues cuando el tío se envalentonó, aparecí al rescate llevándomela de ahí.
    
    Mientras calentaba al incauto, había logrado que el barman me aconsejara un local más propicio para mis juegos. Le comenté que me acababa de separar y que necesitaba un poco de marcha, más estando de paso por la ciudad. Tenemos un local en la zona de Cánovas frecuentado por separadas, lo dijo en femenino, donde no te resultará difícil llevarte a alguna loba al hotel, me confió el camarero dándome las señas.
    
    Allí nos dirigimos. La hice entrar unos minutos antes que yo para dirigirse a la barra y esperar acontecimientos. Tampoco estaba muy concurrido pero supe enseguida que allí si jugaríamos al juego que yo había ideado. Si había treinta clientes, dos tercios eran hombres. María parecía el putón de la sala, pero no ...
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