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Mosquita muerta
Fecha: 07/04/2020, Categorías: Gays Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... posterior, que también se sumó a la fiesta. Fueron menos de treinta segundos, pero tenerlos a escasos centímetros del coche, con el cristal bajado, oyendo los soeces improperios, aceleró aún más su respiración. Los tíos, además, de acercaron para tocarla, pero no lo permití pues no las tenía todas conmigo de poder salir de allí indemnes. Aceleré en el momento que las manos del moro entraban en el habitáculo. -¿Estás caliente? –pregunté acariciándole las ingles. -Basta, por favor, no puedo más. -¿Quieres correrte? -Lo necesito. Haré lo que quieras, pero déjame correrme, por favor. Tomé la fusta y la golpeé en el muslo. Gritó jadeando. Le di otro, recordándole que yo era el único que tomaba decisiones, que ella simplemente obedecía. Jadeaba con fuerza, más próxima aún al clímax, pero ver un motorista de la policía municipal me llevó a cometer la última locura de la noche. Aceleré como si de un niñato con un coche tuneado se tratara, haciendo chirriar las ruedas y dando un giro prohibido en la siguiente bocacalle. No tardé en ver la moto con la luz azul encendida detrás, así que le obligué a seguirme un par de manzanas más hasta que me detuve en el lateral, al lado de un pequeño parque infantil. El agente bajó de la moto, parada detrás de nuestro coche, y se acercó por mi lado quitándose los guantes pero no el casco. Al asomarse para notificarme que había hecho una maniobra prohibida y que conducía demasiado rápido, se quedó a media frase al ver a María ...
... a mi lado, prácticamente desnuda, respirando aceleradamente. -¿Decía agente? –pregunté como si yo no pudiera ver lo que él estaba viendo. El hombre balbuceó una par de inteligibles vocablos, así que le ayudé. –Creo que me estaba diciendo que he cometido alguna imprudencia y que tendrá que multarme. -Sí, sí, eso… -trató de serenarse el hombre, mirando a María sorprendido, a mí como a un bicho raro. -¿Sabe qué pasa? –continué. –El coche no es mío, es de mi empresa, y si me multa me podrían despedir. Además, mi jefe no sabe que estoy en la ciudad con su hija y, claro, si se entera, el despido será lo más suave que me ocurrirá. ¿Comprende? –El tío alucinaba más aún. Hasta que llegué al cénit. -¿Qué le parece si lo solucionamos de otra manera? Los ojos del policía se clavaron en los míos, interrogantes. Podía leer claramente en ellos como el hombre se debatía ante el pastel que tenía delante y las consecuencias de sus actos. Llevaba anillo por lo que supuse que estaba casado. Así que le ayudé. -Lleva toda la noche pidiendo polla. Su padre la tiene por una santa, pero es la tía más zorra que he conocido en mi vida. Si corría tanto es porque ella me lo ha pedido, que la llevara al hotel y le diera su merecido, pero creo que no le importará hacer un pequeño alto en el camino para compensar a un servidor público que se mata por sus conciudadanos currando de sol a sol. El tío seguía alucinando, pero su mirada era cada vez más lasciva. Sus ojos estaban fijos en las ...