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Mosquita muerta
Fecha: 07/04/2020, Categorías: Gays Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... –Tardó unos segundos, inquieta, pero asintió de nuevo con un leve movimiento de cabeza. –No te he oído. -Sí. Desconozco por qué me había elegido a mí, por qué creía que yo podía ser el amo dominante al que someterse, pues ni tengo experiencia en ello ni creo dar esa imagen. Tampoco soy, además, el típico triunfador guaperas por el que pierden el norte muchas mujeres, caso de Marcos, por ejemplo. Pero en esas estábamos y el juego me excitaba. -¿Estás dispuesta a obedecer mis órdenes? –Asintió por enésima vez. -¿A comportarte como una verdadera sumisa, te pida lo que te pida? –Otro movimiento de cabeza vertical. Volví a mirarla detenidamente, recorriéndola como si de una mercancía se tratara. Se me ocurrían un montón de cosas para mandarle, pero decidí ir paso a paso. Vete al baño y quítate el sujetador, fue mi primera orden. Un par de minutos después, reaparecía con los pezones taladrando la tela de la blusa. Tendí la mano para que me lo entregara. Estaba ruborizada, pero el brillo de sus ojos denotaba excitación. La dureza de sus pezones, lo confirmaba. Estiré la mano derecha, estábamos sentados de lado, en forma de L, para posarla sobre el pecho izquierdo. Suspiró, apartando los brazos para facilitarme el trabajo. Lo sopesé, sintiendo su buen tamaño, para acabar pellizcándole el pezón. Dio un leve respingo, pero no emitió sonido alguno. Repetí la operación con el otro par, que subía y bajaba acelerado fruto del cambio de respiración. Desabróchate un par ...
... de botones. Sus ojos se abrieron como platos. Esperaba que mirara en derredor, pues estábamos sentados en el centro de la sala y era probable que algún comensal nos estuviera mirando, pero no lo hizo. Obedeció, dejando tres botones desabrochados. Desde mi posición no podía verlos, para ello debería ponerme de pie a su lado. ¿Estás excitada? Asintió de nuevo, pero aún di una última vuelta de tuerca a la situación. Llamé al camarero para que cobrara las consumiciones. Este se acercó diligente, pero al darse cuenta del espectáculo que le ofrecía la chica, prefirió quedarse de pie a su lado en vez de atenderme por el mío que hubiera sido más lógico. El hombre tenía una razón de peso para elegir la más incómoda opción. El amplio canalillo le ofrecía una visión prácticamente completa del pecho de la clienta. Demoré el momento haciéndole un par de preguntas al tío que me respondió nervioso sin mirarme, mientras los pechos de mi compañera subían y bajaban a mayor velocidad a medida que los interminables segundos avanzaban. El hombre seguía allí, como un pasmarote, cuando anuncié que nos íbamos. No disimuló una obscena mirada a María cuando vio que yo tomaba el sujetador de encima de la mesa. Cruzamos el salón tranquilamente, ella delante, mientras ahora sí notaba sucias miradas en aquel par de piezas. La tomé de la cintura poco antes de llegar a la puerta, para bajar la mano y acomodarla sobre su nalga derecha. En el primer portal que encontramos, la obligué a entrar, ...