1. La historia de Ángel, solo era un muchacho (02)


    Fecha: 19/04/2020, Categorías: Incesto Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... tener contestación, había decidido, siguiendo las instrucciones de Pablo, intentar un acercamiento a Eduardo pero estaba visto que no era mi día de suerte.
    
    Seguí avanzando y doble el pasillo hasta la entrada de la piscina cubierta. Pensaba que la encontraría vacía y la abrí, a la izquierda, sobre una mesa camilla, estaba tendido Eduardo, desnudo y boca abajo, un hombre enorme, con una bata blanca pasaba las manos por sus brillantes piernas.
    
    -¡Perdón! -musité, e intenté cerrar la puerta.
    
    -Entra Ángel. -no me dio tiempo a cerrarla y Eduardo reconoció mi voz. Entré con algo de timidez, observando a aquel gigante con la cabeza afeitada que no abandonaba su trabajo.
    
    -Anda, acercaté. -recorrí la distancia que nos separaba hasta estar a su lado izquierdo y giró a cabeza para verme.
    
    -Me alegra que hayas venido, ¿querías algo?
    
    -No, bueno no se, fui a tu habitación, quería verte. -mientras hablaba observaba su cuerpo, el culo era pequeño y lo tenía arrugado, con algunos pelos en las nalgas, y en ese momento su masajista los estiraba haciendo que se abrieran dejándole ver el ano.
    
    -¿Pablo te atiende bien?
    
    -¡Oh sí! Es muy amable.
    
    -Dese la vuelta. -el hombre aquel le ayudó a levantarse para tumbarle de espaldas. -tenía la barriga abultada, peluda igual que el pecho con mucha carne en las tetas, unos pezones enormes y la tripa le llegaba colgando ligeramente sobre el pubis. Tuvo que ser un hombre verdaderamente bien dotado sexualmente, aún ahora le descansaba un ...
    ... tubo rosado de carne sobre unos testículos gordos envueltos en un escroto con mucha piel casi transparente.
    
    El masajista derramó una olorosa sustancia aceitosa sobre su pecho y las piernas y comenzó a pasar las manos haciendo el masaje y dejándole la piel brillante. Sin pretenderlo mi mano parecía cobrar vida propia y la pasé con suavidad por donde terminaba de hacerlo el señor, me salió una risita nerviosa, más gritito de sorpresa que risa.
    
    -Está muy suave. -y dejé la mano parada mirando los azules ojos de Eduardo.
    
    -Sigue, lo haces muy bien. -nos sonreímos el uno al otro y continué moviendo la mano subiendo por su pierna y muslo, me detuve al llegar donde su escroto colgaba, pero la curiosidad me mataba y puse la mano sobre el tubo de carne rosada. Solo sentí un pequeño latido en su pene y volví la vista otra vez para mirarle.
    
    -Ya ves, murió antes que su dueño. -Eduardo se divertía viéndome nervioso y ruborizado, salvo el momento con una risa secundada por la del otro hombre más grave y callada.
    
    -Cuando termine conmigo puedes aprovechar sus servicios, te gustará como lo hace y te sentirás mejor. -miré al masajista con las mejillas rojas por el esfuerzo de su trabajo, los ojos algo hinchados, las manos grandes y fuertes, los brazos como muslos de un niño, me miraba sin dejar de apretar las carnes flojas de Eduardo y asintiendo con la cabeza.
    
    -Vale, de acuerdo.
    
    -Puedes bañarte mientras termina conmigo. -retiré la mano de su pene y me aparté dos pasos para ...
«1...3456»