1. Pamela, la putona transexual


    Fecha: 04/05/2020, Categorías: Confesiones Autor: zorro_en_celo, Fuente: CuentoRelatos

    ... quitaremos la calentura —expresó Pam.
    
    Subimos las escaleras de la discoteca y yo iba detrás, la sola visión de su lascivo y depravado culo inquieto me puso rijoso y más cachondo si cabe. Al salir, nos cogimos de la mano y caminamos en dirección al parking más próximo. Nos metimos en el deportivo de Pam y la sola visión de su cuerpo de zorra en celo me puso aún más cachondo y sicalíptico. Entretanto Pam iba conduciendo, desnudaba una de sus largas piernas con sus sexys taconazos y se la acaricié.
    
    —¡que rica estás, cariño!, ¡cómo me gustaría follarte! —hablé yo.
    
    Pam me lanzó una pícara sonrisa y me miró con vicio, lujuria y mucha depravación. Mi rabo de semental en celo, parecía querer salir del tanga y ya la tenía casi a punto de explotar. Me percataba que la lefa me hervía dentro de los cojones.
    
    —¡estás muy buena, putona! —largué yo.
    
    Pam me volvió a mirar con lascivia y lubricidad y me soltó:
    
    —yo también te deseo, amor, pero has de saber que no soy lo que crees que parezco —declaró Pam
    
    —¿qué quieres decir, amor? —paré yo.
    
    —que soy una transexual y muy sexy como puedes ver —reveló Pam.
    
    —bueno, pues no me importa. Aun así, quiero joder contigo querida Pam —expuse yo.
    
    Pam volvió a sonreír y me tocó una pierna acercando su mano a mi sexo.
    
    —¡que cachondo estás, amor! —reveló Pam—¿tanto te gusto? —añadió Pam.
    
    —¡pues sí, me has puesto muy caliente, querida Pam y ya no me importa lo que seas, deseo bombear contigo y eso es lo que cuenta ...
    ... —proclamé.
    
    Pam hizo un gesto para que la besara y acercó sus labios y la pegué un morreo de campeonato. Seguimos el trayecto a casa de Pam, pero a mí ya me daba igual que fuese lo que quisiera, lo único que veía era un ser sexy lascivo, lujurioso, obsceno y depravado y que me la quería tirar a toda costa y fuese como fuese. Llegamos al garaje y brujuleamos hasta llegar a la plaza de Pam, paró el coche y le pegué ahora sí, un largo y extenso morreo con mi lengua dentro de la suya. Nuestras lenguas, se enzarzaban y anudaban de lujuria como si fueran dos boas constrictor luchando y tratando la una de matar a la otra. Nos separamos, salimos del coche y antes de que pudiera dar el primer paso, la volví a pegar otro morreo, mientras la sobaba el culo y la magreaba una gorda teta. Así estuvimos tres minutos, morreando y magreándonos como dos depravados y obscenos seres en celo. Pam quiso notar mi rabiosa erección y frotó su libidinoso culo contra mi enhiesta pero dura verga.
    
    —¡que empalme tienes cariño!, ¡estás muy salido por mí, amor! —manifestó Pam.
    
    Marchamos en dirección al ascensor y nos volvimos a morrear con fuerza lúbrica y salvaje sexualidad. Nuestras ardientes y agitadas bocas chocaron y nos empezamos a comer a besos con concupiscente frenesí y brutal lubricidad. Al llegar al piso de Pam, todavía seguíamos presos de nuestra lascivia y continuábamos con las lenguas en la boca del otro. Al separarnos, salió mucha saliva de nuestras bocas, pues nos morreamos con satisfacción ...
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