La historia de Claudia (14)
Fecha: 28/09/2017,
Categorías:
Masturbación
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... protestas. –y mientras el perrazo olisqueaba a la angustiada Claudia por todas partes abrió el placard y se volvió hacia ella empuñando un cinturón de cuero blanco, de unos cuatro centímetros de ancho.
La sumisa, ganada por el miedo y el asco, lloraba desconsoladamente con el hocico de Gandul entre sus nalgas y procuraba en vano, sujeta como estaba por muñecas y tobillos, librarse de tan inesperado asalto.
Elina apartó con esfuerzo a su perro, que comenzó a ladrar, y colocando a Claudia de rodillas con la cara en el piso comenzó a azotarla en las nalgas con el cinto doblado en dos mientras el animal giraba una y otra vez muy alterado en torno de ambas mujeres.
La pobre sumisa gritaba de dolor a cada cintarazo y Elina disfrutaba sádicamente viendo cómo ese culo redondo y carnoso se iba enrojeciendo más y más con el transcurrir de la paliza.
Finalmente, cuando había recibido cincuenta azotes y sus nalgas eran dos enormes globos rojos, Claudia cayó de costado deshecha en lágrimas, incapaz de seguir aguantando el dolor.
Elina, respirando con fuerza, volvió a ponerla en posición y alentó a su perro:
-¡Vamos, Gandul! ¡Vamos! ¡Mirá que linda perra te conseguí! –y lanzó una carcajada al ver que el animal tenía la pija bien parada. Lo guió hacia la grupa de la sumisa y no hizo falta más para que el perro, después de algunos lengüetazos en la concha y el pequeño orificio anal, se montara sobre ella cruzándole ambas patas delanteras por debajo del torso. Elina, ...
... entonces, tomó con una mano la verga de Gandul, rígida, rosácea y surcada por numerosas venitas rojas y mientras Claudia lanzaba aullidos desesperados se la metió en la concha procurando que el hinchado bulbo permaneciera afuera mientras se consumaba la morbosa penetración.
Por un momento la sumisa temió volverse loca en medio de la angustia que le causaba saber que estaba siendo sometida sexualmente por un perro, que su degradación no parecía tener fin desde que se había entregado al dominio de Blanca, su antigua sirvienta que ahora era su dueña. Pero de pronto algo comenzó a ocurrirle. Sintió que su conciencia, ese don exclusivo de los seres humanos, se iba replegando, disolviéndose lentamente y que ella era cada vez más sólo sus sensaciones. Sólo su concha y esa cosa que avanzaba y retrocedía dentro de su concha que se iba convirtiendo en un mero orificio donde se originaba un goce intenso, voluptuoso e irresistible que se extendía por todo su cuerpo, obnubilándola.
Ya no suplicaba, ya no sentía rechazo alguno, ya sólo gritaba de placer o jadeaba como un animal hasta que Elina, dándose cuenta de que Gandul estaba a punto de acabar, le sacó la verga de la concha y la metió rápidamente en el culo, donde el perro se derramó tras unas pocas embestidas. Entonces la señorona apartó al animal que se echó en el piso de costado y viendo que de la pija aún seguían brotando algunos chorros de semen, tomó la cabeza de Claudia, la acercó al bajo vientre del perro, le abrió la boca, le ...