Risueña
Fecha: 13/05/2020,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: jaygatsby, Fuente: CuentoRelatos
... inminente aunque ya te dolía todo el cuerpo y tenías los dedos adoloridos por la fuerza con que intentaban separarte de la pared. Dieciocho, diecinueve. Se había retirado del todo. Sentías que tan solo quedaba un golpe más. Una violenta entrada más. La veinte. Pero esta vez escogió tu culo para hacerlo. Igual que las anteriores, de forma animal, había introducido todo su pene en tu ano. Bestial. Veinte. Tu grito de dolor se mezcló con el del orgasmo de los dos y ocuparon el salón en el momento en que él se vaciaba en tu interior y su semen se depositaba en el fondo de tu culo. Tus espasmos, tus contracciones, lo expulsaron de tu interior mientras caías al suelo arrodillada, con movimientos incontrolados y con tus manos apretando fuertemente tu coño. Te tumbaste en el suelo, encogida, casi en posición fetal, sin sacar en ningún momento las manos de tu sexo.
Escuchaste de nuevo el sonido de la cremallera, esta vez para subirla y el de los muelles del sofá en el momento en que el se tumbaba. No había abierto la boca y ni una sola palabra había salido de ella desde el momento en que entraste en el piso. Te incorporaste lentamente del suelo hasta quedarte de rodillas y gateando fuiste a recoger tu ropa interior que, sentada en el suelo hidráulico del piso fuiste colocándote lentamente. Primero el sujetador, como siempre hacías. Te costó un poco más ponerte las bragas blancas y mientras lo hacías pensaste que era la primera vez que no te había introducido el dedo para ...
... comprobar tu excitación tan solo entrar. No querías ponerte de pie, las piernas aún te dolían. En la espalda, las caderas y las nalgas el enrojecimiento de tu piel, fruto de la presión de sus manos, contrastaba con la palidez del resto de tu piel y el blanco de la ropa interior. Fuiste a cuatro patas, como una perra, hasta el sofá, a sus pies. De repente tuviste la sensación que había tardado en abrir la puerta mucho más de lo que en él era habitual.
Tenía una tableta informática en sus manos y estaba leyendo una de vuestras conversaciones. Las conocías bien de las horas que habías pasado mirándolas. En la pantalla había una lista que un día, ya lejano, habíais hecho entre sonrisas de las cosas que os gustaría hacer sexualmente. Era la primera vez que la volvías a ver. Era lo suficientemente larga para llenar toda una página. Veinte o veinticinco tareas a realizar, fantasías sexuales que un día compartisteis y anotasteis. Todas estaban tachadas con una fina línea roja. Sus dedos empujaron la página hacia arriba por tal de ver el final de la página. La última línea estaba escrita con una tipografía distinta y con una medida mayor de letra. Puso el dedo encima del botón para poder tachar en rojo aunque escogió un grueso de trazado superior. Su dedo se desplazó hacia la primera letra de la última línea, la única sin tachar, justo detrás del guion que encabezaba todas las frases.
Lentamente viste como desaparecía la frase bajo el trazo. Una frase muy corta comparada con las otras, ...