Ana 2. obligada a pagarle al gasista en especies
Fecha: 17/05/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... El mensaje me pareció injusto y grosero, pero sólo logró intimidarme por un par de horas. Luego de meditarlo, llegué a la conclusión de que era imposible que me denuncie, ya que no había nada que denunciar. Por otra parte, comencé a gestar un plan para volver a cogerla.
Primero recapitulé lo que conocía de ella. No era mucho, pero lo poco que sabía era esencial, cada vez que dos personas comparten el sexo, acostumbran, por inercia, entregar datos al otro, que en circunstancias diferentes no darían. Mi encuentro con Ana me enseñó que es una mujer poco convencional, que si bien se muestra distante, y difícil, cuando se ve arrinconada, termina haciendo lo que el otro le dice. Cualquier mujer normal hubiese reaccionado de manera violenta cuando su amante se presenta con otro hombre para hacer una fiestita. También es cierto que otras aceptarían y se prenderían, pero esa reacción intermedia de Ana, donde sin aceptar, terminaba cediendo, para luego enojarse y vengarse, no era muy normal. Sin embargo era su punto débil y yo me aprovecharía de él. Solo necesitaba estar a solas con ella, bien cerca, y podría hacerle lo que quisiera, seguramente se enojaría conmigo, pero cedería, así era ella, seguramente algún viejo trauma le impedía negarse rotundamente en una situación extrema, se limitaría a decir que no quería y a hacer débiles esfuerzos físicos para luego terminar aceptando todo lo que se le daba.
Sólo me bastó observar una mirada para comenzar a gestar mi plan. Era la ...
... mirada del gasista del edificio, que cuando salíamos del ascensor Ana y yo, en una de esas tardes donde ponía su estuche como escudo, al irse ella, el tipo concentró su mirada en su culo, que esta vez estaba enfundado por una short verde que resaltaba sus formas. Yo le hice un gesto cómplice al tipo. Me dieron ganas de seguir a Ana, pero sabía que un acercamiento frontal no servía de nada, por lo que me quedé un rato en el hall del edificio charlando con el tipo.
Fue como sacarme la lotería. Me enteré de que había arreglado con Ana para pasar en tres días a arreglarle el termotanque, que no se mantenía encendido quien sabe por qué. Era obvio que el tipo estaba muy caliente con ella, porque hablaba sobre ese trabajo como si fuese lo mejor que le pasó en la vida. Yo no estaba seguro de cómo hacerlo, pero tenía que convencerlo de que me deje acompañarlo en ese trabajo, una vez adentro, sería fácil violar a Ana. No quería darle toda la información, porque si sabía que podía cogerse a Ana con solo decidir hacerlo, yo quedaba fuera de la ecuación.
— ¿No necesitas un ayudante? — le pregunté medio en broma. El soltó una carcajada.
— ¿Está buena la pendeja no? — dijo. Seguimos charlando y decidí jugarme.
— Mirá, si me dejas subir con vos, te ayudo y no te cobro nada. Quiero estar ahí, a lo mejor tenemos suerte y nos enfiestamos.
Le conté parte de lo que sabía de ella. De su gran apetito sexual, y lo fácil que era. Él se entusiasmó y finalmente aceptó mi propuesta. No le ...