Ana 2. obligada a pagarle al gasista en especies
Fecha: 17/05/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... erecto, metí mi tronco en la concha de Ana hasta el fondo y empecé a meterlo y sacarlo con velocidad. “ah,ah,mmh,ah, mnh” gemía Ana a cada embestida. “Tomá, si tomá, te haces la importante puta, bien que te gusta mi pija”, la insultaba, y ella solo gemía y gemía. Jorge volvió a su posición y ofreció su pija llena de saliva y semen. Ella lo recibió sin chistar, agarrándola, y moviéndola como una palanca, hasta colocarla en la posición correcta para metérsela en la boca, mientras yo la sacudía a pijazos cada vez mas fuertes. Tuve que frenar en intensidad en varias oportunidades porque sino iba a acabar rápido, además era muy agotador, pero enseguida volvía a sujetarme de esas nalgas y a empujar mi pija hasta el fondo haciéndole dar muchos gritos ahogados mientras se tragaba la pija del gasista.
Jorge acabó de nuevo en su cara. Yo resistí un poco más que él y cuando sentí que ya no podía más, retire el choto, me saqué el forro, me paré encima de la cama y la agarré con violencia del pelo, para levantar su cara sucia de blancura y escupirle más semen.
Cuando creyó que terminamos, se levantó de la cama y salió al pasillo. Volvió con mil pesos y los tiró al piso.
— ya les pagué todo. Váyanse de una vez. — ordenó con la expresión decidida detrás de la máscara blanca.
Entró al baño. Se escuchaba el agua correr.
— Vamos, ya fue. — dijo Jorge, mientras se vestía, visiblemente satisfecho.
— Andá vos. — le dije. — yo me quedo un rato más a hablar con ella.
— Sos ...
... insaciable che, déjala en paz. — me dijo riendo. Se vistió y se fue.
Entré al baño. Todavía se enjugaba la cara. Se puso shampoo. Cuando me vio no pareció sorprendida.
— che, basta, ya me hiciste lo que querías, déjame en paz, por favor. — dijo con un puchero.
Me metí en la bañera y me puse detrás suyo, apoyando mi pene que ya se estaba despertando sobre su cola colorada de tantos mordiscos y cachetazos. La abracé, pasé mis dos brazos por debajo de los de ella, y cubrí sus tetas con mis manos. Ella se dejaba.
— ¿Sabés por qué no me voy?—pregunté.
—¿por qué?
— Porque te gusta.
—No es que me guste, pero no puedo decir que no. No puedo evitar que los tipos hagan con mi cuerpo lo que quieran. — yo sabía que decía la verdad. — por favor ándate. — suplicó.
— si me voy, vas a seguir cogiéndote a otros, prefiero cogerte yo, no sé cuándo voy a volver a verte así que voy a disfrutar este día, lo demás no me importa nada.
Agarré un jabón y se lo pasé por la espada, luego bajé al trasero y se lo froté con fuerza en el ano. Dejé caer el chorro de agua en su orificio y con la mano penetrante ayudé a enjugarlo. La sequé. Le pedí que se vistiera, porque quería desvestirla de nuevo. Ya no suplicaba ni se negaba a nada. La seguí de cerca ante la improbable posibilidad de que agarre algún objeto peligroso y me ataque. Sin embargo eso no estaba en su naturaleza, ella no ejercía violencia mas que consigo misma. Se puso el short verde que ya conocía, y una remera gris ...