La excursión (completa)
Fecha: 17/05/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos
... par de días, con un torso de infarto y en calzoncillos blancos y mojados (que dejaban ver un gran zupo) y unas poderosas piernas... (no creo que llegara a los treinta) y encima guapísimo. A su izquierda iba un cincuentón con pinta de guarro y aún más gordo que el rubio, que no dejaba de salpicarle con el agua... (de ahí que llevara los calzoncillos muy mojados)
Procuré no moverme nada, para no llamar su atención y no le quité los ojos al buenorro, que seguía hacia delante mientras era sobado entre risas y bromas por el gordo cincuentón, que le echaba la mano al culo de vez en cuando y se la subía por la raja, en esos andares torpes por el agua.
Esta visión me puso burro del todo y me paralizó totalmente.
Oculto entre los arbustos de la orilla, seguí mirándolos mientras pasaban delante de mí; y según iban pasando, mi visión mejoró..., (¡uff! que culazo tiene el cabrón). Y por el comportamiento del gordo cincuentón, estaba claro que al chico le iba la marcha, ya que no dejaba de tocarle y salpicarle según subían por el río…
- ¡Esteban! −dijo una voz desde atrás … y giré la cabeza para ver a quien gritaba
- ¡joder, tío! esperad un poco, que estamos cogiendo unos juncos para llevárnoslos…
Era un chaval más joven que el buenorro (bueno, ahora ya sé que se llama Esteban, porque fue él quien volvió la cabeza).
El chico, les hizo una señal con el brazo, indicándoles un sitio bajo un árbol en la orilla opuesta y les gritó…
- ¡No tardéis mucho!
Los tres ...
... hombres cruzaron a la otra orilla y se situaron bajo la sombra del árbol. El rubio, sacó unas toallas de un pequeño macuto que llevaba y las colocó en el suelo, mientras el chico dejaba a pie de árbol el paquete que llevaba en la mano, en el que iban sus chanclas envueltas en los vaqueros y una camiseta azul. Con mis prismáticos podía verles perfectamente, pero debía cambiar de posición, si no quería perderles de vista. Me tenían palote...
Me aparté de la orilla y lleno de excitación me dirigí a una parte del río por la que se podía cruzar a la otra orilla sin que pudieran verme. Cuando crucé, fui bordeando el río ocultándome entre la maleza hasta situarme en un pequeño montículo desde el que podía verles perfectamente. Estaban esperando a los dos más jóvenes.
Tumbado en el suelo y colocado de forma, que el cincuentón quedaba con la cabeza a la altura de su entrepierna, estaba esa preciosidad, boca arriba y con las piernas recogidas y estaba siendo inspeccionado por el cincuentón que le hurgaba con las manos en el culo; mientras, el rubio le comía el zupo...
¡Uff! ¡que subidón!…
Que cabrones, como se lo montan… seguro que se lo follan.
Miré a mi alrededor y no se veía ni un alma. Todo estaba tranquilo. Y esos dos cabrones dándose un festín...
Volví a mirarlos…
El gordo cincuentón le estaba bajando los calzoncillos y el chico tuvo que subir el culo y levantar las piernas para que pudieran sacárselos; momento en que el rubio aprovechó para cogerle por los pies y ...