La psicóloga (2-2)
Fecha: 25/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos
... pero me gusto.
Fue ahí cuando me decidí por todo y me di media vuelta para quedar de espaldas al chico. No tardé mucho en sentir como el chico se me aproximaba y de inmediato sentí aquel bulto rígido restregándose en mi trasero. Miraba a todas partes para asegurarme que nadie nos viera mientras me repagaba con toda alevosía moviéndome de sobremanera exagerando los ajetreos del vagón para sentir el miembro del chico por todo mi trasero.
El tren paró de nuevo, pero aún no habíamos llegado a la los andenes, estábamos todavía en el túnel, había retraso, nada de extrañarse a esas horas. Creí que debía de tener la peor de las suertes, pues con el convoy totalmente detenido, no tenía excusa para segur moviéndome sobre el chico.
Maldecía a mí misma esperando que reanudara la marcha lo antes posible, pero en ese momento sentí la mano de mi compañero detrás de mí. Sentía como me acariciaba con delicadeza e increíble excitación. Sus dedos rosaban sutilmente mis piernas, mis glúteos y un poco mi cintura. Yo en tanto, solo revisaba a todos a mí alrededor pero nadie se percataba de lo que sucedía debajo de sus hombros. Entonces sentí de nuevo como el chico se repagaba, pero está vez era diferente, su pene estaba completamente erecto y se clavaba entre mis glúteos tan solo retenido por el estrecho vestido que le impedía ir más a fondo.
Ya no estaba apenada, el estrés por ser descubierta había desaparecido, ahora estaba completamente convencida de que aquel momento entre el ...
... chico y yo era meramente confidencial pese al lugar público. Me entregué a las sensaciones y dejé por fin que la excitación hablará por mí, entonces me estreché aun más a aquel compañero y comencé a menear mi trasero para sentir como su pene me golpeaba las nalgas como bate entre sandias.
Fue en ese momento cuando el tren paro, pero nosotros no lo hicimos, su mano se inmiscuía en mi trasero subiéndome de a poco el vestido, un estremecedor palpitar en mi corazón me decía que era demasiado, pero ya estaba totalmente entregada, era demasiado tarde detenerlo ahora que tan lejos había llegado. Aquella era mi estación destino. No me importó. Mientras veía entre la multitud las puertas deslizarse al cerrar, sentía el pene de mi compañero rosándome los glúteos. Estaba completamente desnudo, húmedo, igual que yo, poco a poco se inmiscuía en el estrecho y ardiente espacio entre mis nalgas, se movía de un lado a otro al ritmo del vagón que iniciaba su marcha, intentando penetrar más allá pero mi tanga se lo impedía. A mí no me importaría, es decir, ahora me sentía invisible pero quizá el pensó que sería demasiado.
Finalmente llagamos a la siguiente estación y bajamos. El vagón quedó casi vacío, no tenía mucho sentido permanecer en él, así que también bajé. El chico me seguía de cerca pero pronto lo perdí de vista y al salir del subterráneo desapareció por completo.
Miré de reojo el reloj y supe que la hora de mi paciente estaba por terminar, pero no hice ninguna expresión al ...