Borracha para ella
Fecha: 25/05/2020,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ver si algo más se podía dar.
Llegué en compañía de una amiga cuando la fiesta ya llevaba un par de horas iniciada. De inmediato otros compañeros del mismo grupo al que íbamos nos reconocieron y nos invitaron a beber. Supuse que en el antro sólo se encontraba la gente de la escuela, aunque había muchas caras que no conocía y que quizás no pudo faltar el invitado por otro amigo o amiga. Mi mirada se pasó buscando a Jimena, pero no se veía por ningún lado. Mientras esperé a que llegara, tomé y bailé con mis compañeros. Para la cuarta bebida comencé a sentirme algo mareada, por lo que fui al baño para echarme agua en el rostro y quitarme esa sensación. Entonces, cuando entré al baño, la vi a ella. Llevaba puesto un jersey blanco y ajustado que hacía resaltar la maravilla de sus piernas y una ombliguera roja que dejaba ver su vientre plano. Además de combinar muy bien el color de su ropa, el color de sus uñas y las las sombras de sus ojos la hacían ver como la diosa que era. Me pareció más hermosa de costumbre, tanto, que olvidé por un momento a qué había entrado al baño y me quedé allí mirándola. Inevitablemente provoqué que Jimena se percatara de que alguien más la veía.
-Hola -me dijo como si me conociera siempre-. ¿Otra vez por aquí?
-¿Cómo que otra vez? -le pregunté, olvidando devolverle el saludo.
-Pues sí -dijo- ¿Eres Vianney, no?
-Sí -mi intriga iba en aumento- ¿cómo sabes mi nombre?
-Fácil: le pregunté a uno de tus compañeros y ya.
-Claro -dije ...
... como reconociendo lo estúpido de mi pregunta-. Tú eres Jimena, pero sigo sin entender eso de otra vez.
-¿No te acuerdas? Yo me la pasé muy bien. Y me la pasé aún mejor cuando me di cuenta de que alguien más estaba al lado del baño escuchándome.
-¿De qué hablas? -intenté hacerme la tonta-. No sé de qué hablas.
-Pues qué pena…
Dijo eso para, acto seguido, acercarse a donde yo me encontraba y terminar de decirme: “Sé que fuiste tú. Sólo quería repetirlo”. Jimena salió del baño y el mareo se me quitó casi de inmediato. Cuando regresé donde estaban mis compañeros, me percaté de que ella me seguía con la mirada. ¿Cómo supo que yo fui quien la escuchó? Seguí bebiendo ya sin tomar atención de lo que platicaban mis compañeros. Comencé a pensar sobre lo último que me dijo, la idea de querer repetirlo. Tenía miedo, pero tentación; pena, pero atracción; inseguridad, pero anhelo. Una serie de contradicciones que no entendía, o más bien, no quería entender. Seguí bebiendo para calmar el mareo que ahora me daba pensar en todo ello.
Después de un rato, y ya con el doble de bebidas tomadas, tuve la necesidad de ir de nueva cuenta al baño. Caminé con pasos torpes al lugar y me di cuenta que el haber caminado de pronto hacia el baño no fue una gran idea. Como pude llegué al baño y cuando terminé salí tan sólo para encontrarme con el rostro de Jimena frente al mío. No me dijo nada, tan sólo se acercó y me besó. Yo me quedé congelada, sin saber si tenía que alejarla o responder a su ...