1. La bella y solitaria esposa


    Fecha: 28/05/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Duncan58, Fuente: SexoSinTabues

    ... miraron fijamente unos segundos. Ana sintió un intenso cosquilleo en su vagina y como se llenaba con un torrente de flujo vaginal cuando se calentaba intensamente, como en ese momento. Con Eduardo jamás había experimentado esa líquida sensación de placer. Ana se llevó la mano a la toalla, liberó el doblez sobre sus senos, y la dejó caer, exponiendo al albañil parte de sus íntimos encantos, al tiempo que empezó a acariciar su muslo. Ana llevó su mano al botón que aprisionaba el pene de Ramón, acarició brevemente su glande, y de un tirón arrancó el botón, ya de por sí casi vencido por la fuerza del mismo. Trató de bajar con una mano la cremallera, pero la incontenible erección del albañil, la hizo recurrir a su otra mano, quedando atónita. Frente a sus ojos estaba la ansiada verga del albañil, casi del tamaño de su antebrazo, fácilmente más de 10 pulgadas, más grande que la más grande que había visto en revistas y películas porno (que frecuentemente veía con Eduardo), erecta, palpitante y húmeda. Una vena azulada la atravesaba de un lado, haciendo una “Y” hacia el glande. Otra vena corría por arriba, desde su base, bajando hacia el otro lado de su enorme cabeza. Era obscura, pero no tanto como el resto de su piel. Miles de diminutas venas rodeaban su contorno. Aun con abundante pelo púbico, el pene se erguía triunfante y desafiante, no como el de su esposo cuya mitad se perdía en su pelambre. Ana lo tomó en sus manos, sintiendo de inmediato la diferencia entre este monumento ...
    ... y el de su esposo, incluso en de Pedro Juan. Sin perder tiempo, llevó su boca a la enorme cabeza, arrancando de Ramón un sonoro grito cuando sintió la boca de ella en contacto con su pene. Ana sintió de inmediato la diferencia también en su boca: apenas le alcanzaba a rodear la circunferencia, no era tan salada como la de su esposo, y… ¡sabia deliciosa! Lenta y suavemente, Ana empezó a devorar la verga de Ramón tratando de ensalivarla lo mejor posible. No bien llegaba a la mitad cuando se levantó. Un par de hilos de baba conectaba su boca con el pene de Ramón. - ¿Acaso te diste cuenta que dejé la ventana abierta? Lo hice a propósito. Quería que me vieras -, precisó Ana. - ¿Tú te diste cuenta que te faltaban un brassiere y un calzón? – contestó Ramón. - Mmmhh. eres un pillín -, contestó Ana, al tiempo que se puso a mamarle la verga nueva y suavemente. Su boca llegó con algo de dificultad hasta poco más de la mitad. Ramón sentía como su lengua trataba inútilmente de rodearla y eso lo excitaba aún más. Con destreza, Ana logró dirigir la varga hacia su garganta mientas Ramón sentía como empezaba a ajustarse el entorno que la rodeaba, su epiglotis. Su lengua, por debajo del tronco, hacía débiles movimientos para deglutirla. Cuando llevaba dos terceras partes en la boca, ella se quitó rápidamente. Tosió. Los hilos de su baba seguían conectándola con el preciado y bien ensalivado miembro. Secó sus llorosos ojos, tomó un respiro y se puso a mamarla de nuevo, pero esta vez solo la ...
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