La historia de Ana (Capítulo 2)
Fecha: 04/06/2020,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... bolsas.
— Desde cuándo me decís princesa.
— Desde hoy. —dije. abriendo la puerta del ascensor. Ella entró, y yo la seguí.
— No, esperá no hace falta que subas, además te van a retar.
No le respondí. Me limité a marcar su piso.
— Bueno, hasta acá llegamos, muchas gracias. — me dijo, una vez que llegamos, mientras abría la puerta del ascensor.
— No seas tonta ¿Me tenés miedo? — Dije, bromeando.
— Un poco. — rió ella también.
Llegamos a la puerta, ella puso la llave en la cerradura, pero antes de girarla, cautelosa, dijo:
— Dámelas Gaby, y muchas gracias.
Le di sólo algunas bolsas, dejando una mano libre, con la cual giré la llave, y abrí la puerta.
— En serio Gaby, no quiero que entres. — Dijo, seria. Pero ya la tome de la cintura, y empujándola hacia adentro, con determinación, la hice entrar, conmigo a sus espaldas.
Cerré la puerta. Tiré las bolsas al piso.
— En serio, no quiero nada.
Le pellizqué el culo. Ana me dio un cachetazo. Se alejó un poco. Pero sólo fue cuestión de dar unos pasos para agarrarla de la cintura y apretarla contra mi cuerpo. Mi sexo se estaba despertando, y ella, involuntariamente frotaba su cadera en él, haciendo que se endurezca lentamente.
— No me vas a tener cuando vos quieras. — Me dijo. pero seguía atrapada con mi brazo, que era muy fuerte para una chica de cuarenta y cinco kilos. —¡Basta Gabriel, en serio! — dijo, dándome empujones débiles.
Si lo pienso racionalmente, ese era momento de dejarla en ...
... paz. Pero en ese momento mi cuerpo no era dominado por mi mente, sino por mi pene. Su rechazo me excitó. Mientras forcejeábamos, la tenía abrazada a mí. Sentía su olor, magreaba sus tetas, y tanteaba el culo con la mano libre. Ella retrocedió unos centímetros, pisó una de las bolsas de supermercado, pareció haber roto algo, porque su rostro se tornó preocupado. En ese momento bajó la guardia. Tomándola de los hombros, con un fuerte empujón en los hombros, la hice poner de rodillas. Su carita reflejó indignación, mientras miraba como me bajaba el cierre del pantalón. ya había esperado mucho, ya no tenía paciencia para conquistarla en el poco tiempo que estuviese peleada con Andrés, y de ninguna manera me arriesgaría a que escoja a otro para sacarse la calentura.
— No quiero, no quie… — su segunda negativa quedó acallada cuando le tapé la nariz. Saqué mi verga de su escondite. Ana se rehusaba a complacerme, pero ya había dejado de resistirse. Fue cuestión de segundos, hasta que se vio obligada a respirar por la nariz. — Hijo de puta. — Dijo, con la voz gangosa debido a la nariz tapada. Acto seguido abrió la boca de nuevo, y ahí le enterré mi verga, la cual pasó por unos labios necios, apretados, hasta mojarse con la lengua viciosa. Y a partir de ahí ya no fue necesario forzarla más.
Me la chupó con vehemencia, concentrándose en el glande, dándole lengüetadas babosas en el prepucio y en toda la cabeza. la agarré del pelo, para que no le cayera a los costados mientras mamaba. ...