El viaje al que me envió mi empresa
Fecha: 06/06/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Sleepkiss, Fuente: CuentoRelatos
... a subir y bajar muy despacio. Me eché a un costado de la cama a descansar boca abajo y pude sentir que él me besaba, bajando por mi espalda hasta llegar a mis piernas. Luego sentí su lengua jugando con mi ano, y me di cuenta que no era ningún fanfarrón, así que me preparé para recibir más verga esa noche.
Le pedí que no me la meta por el culo porque me rompería, y mi marido se daría cuenta de que le había puesto los cuernos. Me dijo que no lo haría y en agradecimiento le empecé a mamar la verga nuevamente, esta vez haciendo un 69. La longitud de su verga me permitía corrérsela a la vez que se la chupaba, y podía notar sus piernas tensas por el placer que sentía. El por su parte me chupaba el coño, haciendo que tenga otro orgasmo y que se liberen mis fluidos, los cuales él bebía con agrado.
De pronto eyaculó nuevamente dentro de mi boca, y yo también me tragué todo su semen, mientras él daba gritos de placer. Había quedado rendida por los orgasmos que había tenido, y me eché boca arriba para descansar pensando que había sido todo por esa noche. Él me dijo que aún quería más, y yo solo abrí mis piernas invitándolo a entrar nuevamente. Me ...
... culeó dos veces más bombeando sin parar, y regando su semen en mi concha. Al terminar tenía moretones en las piernas y en las tetas, y me preguntaba cómo iba a explicar eso a mi marido.
Al día siguiente fuimos a trabajar nuevamente, y a la hora del almuerzo nos veníamos al hotel para seguir culeando. Así pasaron los tres días más inolvidables de mi vida, y por una parte me daba lástima el estado continuo de excitación que tenía Jaime, pero por otro lado pensaba que la mujer con la que se casara, sería muy feliz al menos los primeros meses.
Al regresar del interior del país, fui a mi casa y tuve cuidado de cubrir con maquillaje las huellas de mi infidelidad, pero al hacer el amor con mi marido, sentí su verga como un dedo meñique entrando en un aro grande. Mientras mi marido se movía, me preguntaba si me gustaba la forma en que me culeaba. Entonces a mi mente vino la imagen de la verga de Jaime y le respondí:
—no sabes cómo me gusta mi amor.
Ya en el trabajo, Jaime me dejaba alguna nota en mi escritorio donde me decía que necesitaba que le haga un favor, y yo no sabía si el favor se lo estaba haciendo yo a él, o si era todo lo contrario.