1. Noche de pasión en Lisboa (X): Escarmentando a Ana Maria


    Fecha: 09/06/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... que puede hacerse con ellos es tirarlos para que no ocupen sitio. Rebuscando por toda la cocina he sido incapaz de encontrar una piedra de afilar. Por lo tanto, he decidido darle una sorpresa a Marta, y comprar un juego de cuchillos en condiciones. A tal efecto, ya que sé dónde hay un hipermercado, salgo para tomar mi coche, y al acercarme al salón, oigo una conversación entre Amália y su hermana. Al percibir que están hablando sobre mí, me quedo parado sin hacer ruido y oigo como Amália reprende a mi cuñada:
    
    - Ya deberías saber que no está interesado en ti. Además él también lo pasa muy mal. Sabes que eres una mujer muy apetecible, y Alfredo hace lo imposible por no faltarme al respeto. Como sigas por ese camino, voy a acabar por darle permiso, y luego vamos a tener un problema. No le tortures de esa manera. Él te quiere, pero tú debes entender que no es de piedra, y no se merece lo que le haces.
    
    - Yo ya sé que no voy a llegar a nada con él. Pero es que me gusta sentirme admirada, y los esfuerzos que hace para contenerse aún me hacen ser más insinuante con él. Cada vez que le veo, recuerdo la noche de tu cumpleaños y se me suben los calores. Y bueno… a mi edad, excitar a un hombre así me hace subir la autoestima. Además, para que mentir, también me hace gracia el ponerlo en el disparadero, sabiendo que no va a ocurrir nada. Aunque no ocurre nada porque él no quiere.
    
    - Pues procura terminar pronto con ese juego, porque si no me temo que vamos a tener un problema. Y ...
    ... yo no voy a culparle a él. Si ocurre algo, no pretendas que me ponga de tu parte.
    
    - Qué poco conoces a tu marido. Nunca va a ocurrir nada. Se necesita más que una insinuación para que pase la cosa a mayores.
    
    - Bueno, pues tú misma. Luego no vengas con llantos.
    
    Ya he oído lo suficiente. Ahora sé que juego se trae mi cuñada conmigo. Como no tengo intención de llegar a nada con ella, echo en el olvido la conversación. Y volviendo sobre mis pasos, salgo por la puerta de la cocina para dirigirme hacia el coche.
    
    En el hipermercado escojo un cepo de madera con un juego de cuchillos, curiosamente de una reputada marca española. Con el mango de hueso remachado y virola de bronce entre el recazo y el cabo. En la sección de ferretería me hago con una piedra de afilar de dos granos diferentes, suficiente para restaurar el filo de los cuchillos que aún se pueden aprovechar.
    
    Al dirigirme a la salida, paso por delante de un local en el que además de pequeños arreglos en zapatos, y duplicar llaves, tienen una máquina para grabar plaquitas para los buzones de correo. Entonces se me ocurre darle un toque personal a los cuchillos y pido que me hagan una plaquita que lleve grabado “Marta”, para ponerla sobre el cepo. Mientras están grabando la plaquita, se me ocurre además, que ya que las virolas son de bronce, si pueden, me gustaría grabar con el mismo tipo de letra, en cada una de ellas, el mismo nombre, personalizando así el juego de cuchillos. Me dicen que no representa ningún ...
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