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Noche de pasión en Lisboa (X): Escarmentando a Ana Maria
Fecha: 09/06/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... problema, pero que tardarán como cuarenta y cinco minutos en tenerlos listo. Abono el precio de las grabaciones y me voy a la cafetería del centro comercial para pasar el rato leyendo el diario y tomando un café. Cuando ha pasado el tiempo y recojo mi encargo, el empleado, viendo que la plaquita era para el cepo de madera, además de pegarla con el adhesivo incorporado, la ha asegurado con dos pequeños tornillos de latón. Repaso todo el conjunto y me gusta cómo ha quedado, así que me dirijo a la finca para empezar el cocinado. Cuando llego, está Marta comenzando a picar las hortalizas para preparar el guiso de jabalí. Marta cocina como un ama de casa normal y corriente, esto es, no utiliza tabla de corte, pica la verdura en la mano, directamente sobre la cazuela. Mientras está picando, me pregunta si he visto los cuchillos, porque no encuentra una serie de ellos y ayer cuando recogió la cocina está segura de que estaban en su sitio. Y hoy solamente ha encontrado los que yo creo que pueden ser recuperables. Le informo que los he tirado yo, dado que me parecían demasiado peligrosos para utilizarlos y que los que han quedado, los voy a afilar para que los utilice sin peligro. Entonces ella me dice que con los que quedan, malamente vamos a poder trocear el jabalí. En ese momento, haciendo un ademán de prestidigitador, saco de la bolsa en que lo traigo, el cepo con los cuchillos, y lo coloco en la encimera con la placa a la vista. Ella ve su nombre grabado en la placa, y casi ...
... con reverencia, gira el cepo dejando los mangos hacia nosotros, extrayendo una de las puntillas. Al tenerla en la mano, su pulgar roza la virola y nota que hay algo que interrumpe el pulido. Al ver su nombre en el cuchillo extrae uno por uno el resto, comprobando que todos están personalizados. Con gesto de sorpresa, me interpela: - ¿A qué se debe esto Dom Alfredo?, todo el juego con mi nombre grabado. - Son suyos, Marta. Así puede trabajar más cómoda. Son un regalo por cumplirme los caprichos cuando le pido algún plato especial. - Pero no era necesario, yo me apaño bien con los que tengo. - ¿No le gustan? Ahora no puedo devolverlos. - Claro que me gustan, nunca había tenido un juego así. - Entonces disfrútelos. Y no se preocupe, yo me encargo de tenerlos siempre con el filo a punto. Cuando llegue a la quinta, será lo primero que compruebe, antes de hacer cualquier cosa. - Pues muchas gracias. Los cuidaré con mimo, para que no se estropeen. En ese momento tomo conciencia de que si alguien tiene prisa por morir, no tiene más que coger uno de esos cuchillos sin permiso. Una vez hecho esto, comenzamos a cocinar a dúo. Busco una tabla de corte, y lo único que encuentro es una cosa minúscula con mango. Como he dicho Marta no utiliza la tabla prácticamente para nada. Hay que ponerle remedio también a esto. Busco a Amália y le pido que llame a Alipio, ya que yo no tengo el teléfono de nadie de la quinta (otra cosa a la que tendré que poner remedio). Esta ...