La amorosa hija (Parte 10)
Fecha: 02/10/2017,
Categorías:
Microrelatos,
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... solas en la entrada.
“¿A qué viniste Estela? ¿Dime a que chingados viniste?”, preguntó Anne.
Estela sonrió, con una expresión de triunfo.
“A ponerme entre tú y papi. A salvarlos”.
Anne subió a su auto sin decir ni media palabra. Estela entró a la casa y salió unos minutos después, cuando se aseguró que papi estaba en la regadera.
Se dirigió al auto de Tomás y le colocó el dispositivo de rastreo debajo del asiento.
“Mañana los pesco”, dijo, cuando hizo una prueba de localización al acostarse.
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Anne llegó a casa de su padre el jueves poco antes de mediodía. Cuando Tomás abrió la puerta, se besaron como era costumbre. A su estilo, Tomás comió algo ligero mientras Anne arreglaba su recámara. Estela continuaba durmiendo.
“Vámonos en tu carro, novio. El mío se lo presté a Estela”, dijo Anne, cambiando los planes de tomar un taxi. Estaban como a media hora del hotel. Anne explicó los pormenores a su padre en el trayecto, mientras, dentro del auto, se cambiaba de ropa, poniéndose una provocativa minifalda. Tomó su diminuto calzón y lo arrojó suavemente a la cara de Tomás.
“Me gusta verte así”, dijo Tomás, cuando Anne se presentó ante el con su nuevo atuendo, con la falda arriba de medio muslo. Tomó el calzón de su hija y lo olió. “Mmmmh, que aroma. Perfume caro mezclado con tu linda pepa de oro”, expresó, al devolver la prenda a Anne, que sonrió tras el erótico cumplido.
“Y menstruación, novio”, agregó al mostrarle el hilo del ...
... tampón que salía de su vulva. No sería la primera vez.
“Me preocupa Estelita”, dijo Tomás. “Las noté algo incómodas anoche”.
“Ya me dijo a qué viene novio. A quitarme lo puta. A desenmascararnos”, relató Anne.
Tomás se sintió muy incómodo y pensativo. “Quizá deberíamos de posponer esto novia”, dijo, lejos de sospechar que su auto era rastreado.
“¡Estás pero bien loco!”, contestó Anne tras la sugerencia de su padre.
Al llegar al hotel, enseguida del estacionamiento, se encontraba el mismo jardinero del día anterior, pero a unos pasos de la puerta de la habitación reservada.
Anne bajó del auto. “No olvides tu camarita digital, papi”, le recordó. Abrió la puerta a la mitad, puso el pie derecho en el pavimento y luego la empujó por completo para salir. Fue ahí cuando recordó que no llevaba calzón. El jardinero pudo apreciar su hermosa, escasamente poblada rajada y el hilo saliendo de ella al levantar la vista, de la forma más obvia, sin poder apartarla, deteniendo sin disimulo lo que estaba haciendo.
Anne le sonrió al jardinero y abrió un poco más sus muslos, haciendo como que tomaba algo del interior… para que tenga algo de que platicar, pensó, total, ya nada podía hacer. Caminó junto a él, sonriendo. Espero que haya disfrutado su taco de ojo señor jardinero, dijo para sí misma, saludándolo simplemente con una sensual sonrisa. Siempre le había excitado ser algo voyeur.
El hombre continuó mirándola, volteando su cabeza conforme pasaba a un lado. “Buenas ...