Riberas del Donetz 3
Fecha: 15/06/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... sargento sanitario Hans Fritzke, dos “guripas” sanitarios y otro más, simple “grenadier”. Sí, quienes acababan de llegar a la aldea eran los hombres de la IVª Compañía, los eternos “enemigos íntimos” de la Compañía Baida.
Entonces, cuando el teniente Bauer se acercaba a la más que extraña pareja formada por una fusilera roja y un soldado alemán, el brigada Pflaume gritó.
Aquello ya sí que era increíble para todo el mundo: Una fusilera de la Compañía que les estaba partiendo el cuello desde ya ni se acordaban cuándo, junto al “Gran Cazador” de hembras rojas… Y, desde luego, sin traza de enemistad entre ellos… Sí, increíble…
Pero aún más estupefacto quedó Franz Bauer cuando se apercibió de las insignias de mando que la mujer ostentaba: Eran de oficial, de teniente exactamente, lo que indicaba que no debía ser una fusilera cualquiera, sino una de élite, de verdadera élite… Lo mismo, aquella “Gran Cazadora” de hombres que tan caro se estaba cobrando la invasión de su Santa Rusia en gente de la IVª Compañía… ¡Inaudito!... Sin duda, inaudita tal relación entre antagónicos “Ases” en el arte de matar…
Pero la realidad era la realidad, y esa realidad era que Hesslich, de verdad y como ella proclamara, estaba mal, muy mal… Eso, a simple vista se veía. Se volvió al sargento Fritzke para decirle.
El sargento Fritzke se adelantó hasta el herido Hesslich y con el machete rasgó la pernera del pantalón hasta arriba, con lo que el muslo tumefacto quedó al aire y la vista. Y ...
... lo que vio no le gustó nada: No era médico, pero casi: A meses de obtener la licenciatura en Medicina, allá por Abril de 1940, le movilizaron para servir en unidades Sanitarias y, tras tres años de ver e incluso a veces tratar heridas por arma de fuego, reconocía bien cuándo una de estas heridas estaba a punto de gangrenar, y la que veía en Hesslich era una de esas.
El teniente Bauer asintió y se dirigió a Stella, alargándole la mano para ayudarla
Stella le miró con ojos duros para anteponer
Stella volvió a mirarle y la anterior dureza fue desapareciendo de sus ojos. Al fin, aceptó la mano que Bauer le ofrecía y se levantó, dirigiéndose al boquete del techo que daba acceso al exterior. Bauer la siguió y, cuando ambos estaban bajo el agujero, le preguntó
Efectivamente, Stella trepó ágilmente al piso de la casa saliendo a continuación al exterior, a la calle de la destruida aldea, para sentarse en el escalón de maderos que daba acceso a la casa. Estaba desconcertada… O mejor, abatida. Por una parte, feliz pues Piotr estaba en vías de salir de aquella, pero por otra el futuro la amargaba. Y no porque tal vez ese futuro no existiera pues lo más seguro es que se limitara a un pelotón de ejecución, en el mejor de los casos, o a la horca… O cualquiera sabe a qué. No, eso no la preocupaba pues lo tenía asumido. De antiguo lo tenía asumido, desde que fuera consciente del amor que sentía por Piotr sabía y deseaba que el final llegara en forma de un disparo compasivo. Pero ...