Riberas del Donetz 3
Fecha: 15/06/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... aclarara las tinieblas de la cueva, una linterna llenó de luz los rincones que recorría en reconocimiento del lugar. Entonces, Stella sí reaccionó, hablando con suavidad, casi con afecto
No había terminado de hablar Stella cuando el habitáculo volvió a quedarse a oscuras al saltar hacia atrás, atemorizado, el brigada Pflaume. Durante unos minutos reinó el silencio sólo interrumpido por una serie de imprecaciones y murmullos arriba que Stella no pudo descifrar. De nuevo fue ella la que rompió aquel semi silencio que reinaba
El desconcierto del momento se prolongó algunos minutos más hasta que la luz solar volvió a difuminar una vez más la lobreguez del somero habitáculo. Y unos segundos más tarde vino la gran sorpresa: Inopinadamente para Stella por la abertura del techo de la cueva cayó un gran trozo de lienzo de la derruida pared que fue a quedar ligeramente adelantado respecto al lugar que el grupo Stella-Piotr formaban, para segundos después precipitarse hasta el suelo una figura humana, el mismo brigada Pflaume, que aterrizó sobre su vientre, cuerpo a tierra boca abajo y en perfecta posición de disparo con una Walther MP 40 enfilando el lugar donde estaban Stella y Piotr. La masa de cascote, adoquín y mampostería que previamente arrojara por la oquedad del techo estaba entre la posición ocupada por Pflaume y el lugar donde estaban la muchacha y el herido: Por el oído, el brigada Pflaume había calculado perfectamente desde dónde provenían las voces de ella, con lo ...
... que tenía bien localizada su posición. Stella entonces se limitó a levantar ambos brazos en el universal gesto de rendición y Pflaume se fijó casi con más detenimiento en el cuerpo con uniforme alemán que, inerte, la mujer mantenía acunado sobre su regazo. El brigada alemán alzó los ojos, centrándolos en los femeninos y lo que vio le agradó y, lo que era mejor, le tranquilizó, porque esos ojos no transmitían odio pero miedo tampoco. Más bien al brigada Pflaume le pareció ver en ellos anhelo, súplica… Y estuvo seguro que no era por ella, sino por el cuerpo inerte que acogía en su regazo, un cuerpo con uniforme alemán. Era él, el alemán aquél, quien la preocupaba. Aquí, el brigada Pflaume hizo lo que en principio era una locura, pero que él entonces, en ese momento, sabía que no era riesgo alguno pues también estaba seguro de que, entonces, aquella mujer, aquella fusilera que Dios sabría cuántos “palotes” tenía su cartilla de aciertos, no era una enemiga, sino sólo un pobre ser atribulado. Por eso, se levantó, bajó la MP 40 y resuelto se dirigió hacia la mujer y el alemán inerme mientras gritaba
Pflaume se acercó a Stella con sonrisa abierta, esa sonrisa que decimos “De oreja a oreja”, para decirle
Entonces, mientras el brigada fijaba su vista en el herido y le volvía hacia sí la cara, una nueva figura con uniforme alemán se dejó caer abiertamente hasta el suelo de la cueva seguido al instante por otras cuatro figuras más, también uniformadas: El teniente Franz Bauer, el ...