1. Promételo, sólo por esta vez


    Fecha: 18/06/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    ... volvía a cerrar la puerta.
    
    Hubo varios días que traté de evitar cruzarme con Silvana, tenía vergüenza y temía que se enojara por haberme masturbado con su ropa interior. Pero ella lo tomó con naturalidad, apenas si me hizo una sonrisa cómplice un día que yo salía del baño y ella estaba esperando afuera. “Hoy no hubo ninguna sorpresa, jaja” y me dio un beso en la mejilla que me puso al palo mal y con ganas de cogérmela, aunque estuviera traicionando a mi viejo.
    
    Yo seguía haciéndome pajas imaginando sus tetas en mi cara, o frotándolas por mi pena. También estaba seguro de que debería ser una gran mamadora: tenía la boca grande y, sobre todo cuando tomaba unas copas, se le notaba que era una viciosa. A veces me quedaba en casa y era impresionante verla haciendo gimnasia con unas calzas diminutas y sus tetas al viento que a mi me tenían hipnotizado.
    
    Mi segundo encuentro con ella fue una noche que volvían de una fiesta de su trabajo. Mi padre estaba completamente borracho y se ve que habían discutido porque ella hablaba entre sollozos y se sonaba la nariz. También estaba medio borracha. “Siempre igual vos, siempre tenés una excusa por el trabajo o porque estás cansado. O como siempre, porque te ponés borracho y no se te para la pija”, escuché que le decía Silvana a mi viejo.
    
    Ellos no advirtieron mi presencia y me quedé callado en el sofá del living con la luz apagada hasta que pasara el vendaval. “Si estás caliente porqué no te vas y te cogés al primer boludo que se ...
    ... te cruce. Dos minutos te aguanta. A mí no me calentás más”, le dijo mi viejo con una borrachera que daba más lástima que vergüenza.
    
    Silvana le cerró la puerta de un portazo y vino corriendo para el living comedor. Yo estaba con los auriculares puestos mirando Netflix en la Tablet. Sin ver que yo estaba ahí, se tiró al sillón y se topó con mis piernas. Fue un golpe fuerte e inmediatamente se puso a llorar desconsolada. Yo no sabía qué hacer. Cómo ella se había quedado quieta apoyada en mis piernas, tenía toda la espalda al aire por el escote del vestido de fiesta y unos hombros preciosos. Su cuello era una invitación y olía a perfume. Traté de pensar en otra cosa para evitar una erección, con su cabeza apoyada en mis muslos podría notarlo y sólo atiné a hacerle unas caricias en el pelo, para que supiera que estaba al tanto de la situación, pero sin ninguna doble intención.
    
    Ella se quedó un buen rato llorando. Al rato se sentían los ronquidos de mi padre que, cuando se emborracha, retumbaban el doble en toda la casa. Silvana se fue calmando, su respiración comenzó a parecer normal. Yo seguía haciéndole mimos en la cabeza y en la espalda. Desde mi posición podía ver su culo, tenía muchas ganas de tocárselo. Ella empezó a hacerme mimos en los muslos muy suavemente iba y venía con sus manos hasta que yo sentí que sus dedos casi entraban en contacto con mi pene. Sus manos eran suaves y me tocaba con la yema de los dedos muy suavemente, subía y bajaba por mi pierna y cada vez ...
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