Prisionera múltiple (Episodio 1)
Fecha: 18/06/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Sindrome33, Fuente: SexoSinTabues
El pasillo era largo, lúgubre y en algunos tramos las luces fluorescentes tintineaban gastadas, acentuando la dureza de los ángulos de cemento que marcaban las paredes. Los pasos de Luis resonaban con reverberación y se entrelazaban con los del guardia que le conducía desde hacía unos minutos por aquellos variados pasadizos, como si de un frío laberinto se tratara. El sonido del golpeo de los zapatos en aquél suelo brillante sólo se veía interrumpido por las interferencias del walkie del guarda. Tras un par de giros más Luis y su vigilante escolta, al que había oido llamar por el nombre de Ramiro, se plantaron ante aquella enorme puerta de acero con multitud de tornillos soldados y una diminuta ventana en el centro, como si de una escotilla se tratase. El guarda Ramiro golpeó la puerta con varios toques que fueron respondidos a los pocos segundos. La puerta se abrió y ambos prosiguieron el camino, esta vez por un pasillo más corto y mejor iluminado, las paredes ahora presentaban decoración de madera y algún que otro cartel decoraba aquí y allá. Parecía que aquél lugar respiraba más calidez, más humanidad. Al fondo una puerta doble permanecía abierta y custodiada por dos guardias más. De ella emanaba una intensa luz y se percibían cada vez de manera más clara una pequeña muchedumbre de voces masculinas y femeninas, conversando como si de una alborotada reunión se tratara. Llegaron a la puerta y Luis enseguida observó la sala, un gran salón con una docena de mesas ordenadas ...
... por hileras y con dos o tres sillas por mesa. A los lados se amontonaban más sillas y mesas replegadas la una sobre la otra. A la derecha del salón se extendía una hilera de mesas alargadas y sobre ellas se podía ver un enorme termo de café, un buen puñado de vasos de papel y un par de boles con azúcar y cucharillas de plástico. - Estaré vigilándole, así que mucho cuidado con lo que haga con la cucharilla o el vaso. No se permite dar nada a las prisioneras, bajo ningún concepto - espetó el guarda a Luis, que seguía observando callado y afirmaba haber entendido con un discreto movimiento de cabeza. - No se preocupe, agente, lo tendré en cuenta. Alzó la mirada y vio que en la esquina opuesta a donde se encontraba había una mesa libre, con algunos vasos de café esparcidos por el centro. Se acercó y se sentó. En cada mesa había generalmente dos personas conversando, en la mayoría de ocasiones parecían maridos con sus mujeres. O quizás con sus parejas. O incluso meros familiares. Lo que Luis no ignoraba bajo ningún concepto es que estaba allí para ver a su mujer, a Ángeles. Su Ángeles querida. Aquella hermosa muchacha de 26 años que tuvo que afrontar, varios meses antes, el injusto ingreso en aquella prisión de las afueras de la ciudad. Le encontraron varias bolsitas de cocaina en el bolso durante aquella noche en la que ella y sus amigas habían salido a tomar algo a los pubs del puerto. Él prefirió quedarse en casa ya que se encontraba cansado y al día siguiente le tocaba un duro ...