1. La filosofía del látigo (Parte 1)


    Fecha: 03/10/2017, Categorías: Infidelidad Autor: JuanCarlosBaca, Fuente: CuentoRelatos

    ... lasciva.
    
    -¿Estás bien, Sara?
    
    -Es este puto calor. Me revoluciona las hormonas. ¿A ti no te pasa?
    
    -Claro que sí.
    
    -Hemos llegado. Es ese apartamento de ahí.
    
    -Joder, ¿ahí vives tú? Parecen tres apartamentos en uno.
    
    -No es mío, joder. Te he dicho que estoy de paso. Me lo presta una amiga por un día.
    
    -Wowww…
    
    -Puedes entrar con el coche. Hay garaje interior.
    
    Con un mando a distancia, Sara abrió una verja automática y accedieron al interior.
    
    -Aparca ahí.
    
    -¿Eso es una piscina? ¿Cuántos metros tiene?
    
    -No lo sé. Nunca lo he medido con un metro.
    
    -Y mira, pista de tenis. ¿Tu amiga es millonaria?
    
    -Tan millonaria como presumes tú.
    
    -Ya veo.
    
    Una vez el BMW aparcado, se apearon del coche y Sara abrió un portón que daba acceso a un pasillo largo y con el suelo marmolizado hasta un pedazo de salón que recordaba a un palacio.
    
    -Ponte cómodo. Ahí hay un bar. Si quieres una copa échatela.
    
    -Esto es para cagarse.
    
    -A eso voy, a cagar. Ahora vuelvo.
    
    -Vale.
    
    Sara puso chillout por un hilo musical y luego abandonó el salón un instante.
    
    -Ostia puta, qué pasote… -Nacho no salía de su perplejidad. Cristal de bohemia. Jarrones egipcios. Cuadros renacentistas. Todo el decorado era un derroche de dinero donde pusieras la mirada.
    
    Fue cuando lo vio. Un increíble equipo HP con su ordenador táctil, su impresora a color y toda la fibra óptica enchufada a una batería para evitar los picos de luz. Aquello no salía barato. La luz parpadeante del ...
    ... ordenador indicaba que se lo dejaron encendido. Nacho dio un meneo con el ratón inalámbrico y la pantalla se iluminó al segundo.
    
    -Pero, ¿qué coño…?
    
    Parecía la imagen congelada de un vídeo casero. Nacho pinchó en play y su sonrisa se fue borrando poco a poco. Y más cuando reconoció un sótano y a dos hombres desnudos y encadenados al techo como jamones. Gritaban de dolor mientras Sara les desgarraba la piel con fustazos violentos. La sangre corría por sus cuerpos hasta los pies y de aquí a cubiteras colocadas debajo.
    
    -Pero qué mierda es esta…
    
    Sara, desnuda y tan solo enjutada en botas de cuero negras, los fustigaba con una virulencia extrema. Mientras más lloraban ellos, más reía ella.
    
    -Puta loca…
    
    -No sientas lástima de esos dos perros sucios. Se lo merecían –habló Sara por detrás. Nacho pegó un repullo del sobresalto-. El de la derecha se llama Cooper, un inglés degenerado que hacía dos o tres viajes al mes a Bangladesh. Su predilección eran las niñas de no más de 10 años. Y el de la izquierda se llama Kike, un hijoputa que violó a siete adolescentes y las siete veces los jueces le absolvieron. No pongas esa cara, coño. Es un modo de justicia. Si tienes cojones sigue mirando. En dos minutos cojo unas tenazas y les realizo una castración doble. Muerto el perro se acabó la rabia.
    
    -¿Quién coño eres?
    
    Sara cambió de vestuario y ahora vestía con un traje de látex ceñido, unos guantes negros de terciopelo y unas botas altas de tacón.
    
    -Los hombres sois muy ...