49.4 Amantes confiados
Fecha: 24/06/2020,
Categorías:
Transexuales
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... las piezas, mi padre me enseñó un poco, nunca he tenido mucho tiempo libre pero me hacía jugar con él, creía que me ayudaba a razonar y a estudiar.
Sabía mucho más que yo y le resultó fácil dejarme sin las piezas principales, perdió el interés cuando vio que no tenía un oponente digno de ella.
-No vas a visitarles mucho.
-Lo sé abuela.
-¿No has pensado en traerles a vivir más cerca de ti? -parece que la partida de ajedrez era una disculpa y lo que deseaba realmente era hablar conmigo.
-Me gustaría, sí, pero mis padres no se dejan dirigir, aún no. Me extrañan y desearían que estuviera allí con ellos, pero me recuerdan que yo tengo mi vida que vivir.
La conversación la interrumpió Gonzalo que venía a buscarme y sin contemplaciones me sujetó de la mano para levantarme.
-Todavía no me ha matado la partida, aunque le faltan dos movimientos para lograrlo. –me levanté entre risa y evitar tirar las piezas.
-Seguro que a la abuela no le importa que te rapte, ya te has dado por vencido en el juego.
Literalmente me arrastró y me llevó en volandas a la habitación, creía que empezaría a arrancarme la ropa por la fuerza cuando estuviéramos solos, ejercía mucha presión en mi muñeca tirando de mí, cerró la puerta de la habitación y cogiéndome de mis nalgas me elevó para juntar nuestras caras.
-Mi niño divino. –posó sus labios en los míos sin fuerza, con mucha suavidad, moviéndolos muy erótico.
-Coge algo de abrigo que vamos a dar un paseo tú y yo solos. –y ...
... me dejó resbalar hasta que toque el suelo.
No sabía si reír o llorar, no es que no quisiera, pero constatar que no me quería solo para follar, me rompió el corazón y estuve a punto de que mis lágrimas brotaran, soy tan sensiblero y cursi.
Comenzamos a caminar por las calles cogidos de la mano, la temperatura había subido dos o tres grados y se estaba deliciosamente paseando, sin hablar y apretando a veces mi mano y en alguna ocasión se la llevaba a la boca para besarla.
Nos detuvimos en Bluebird, en una mesa de la terraza, viendo por entre los verdes setos laterales a la gente que paseaba por la acera, cuando acudió el camarero Gonzalo pidió un vino blanco para él y le imité pidiendo otro.
El tiempo empleado en el paseo y la estancia en la terraza habían merecido todo el domingo y me sentía en la gloria, en una paz plena y dichosa.
Wes tenía preparada mi maleta y solo tenía que recoger mis papeles y pocas cosas más. Salí de limpiarme la boca, Gonzalo se apoyaba en la ventana, había descorrido la cortina y miraba el jardín dándome la espalda.
Me acerqué a él, tenía sacada su camisa del pantalón, se la levanté y le abracé acariciando su abdomen colocando mi cara sobre su espalda, tembló al notar el frío de mis manos y encogió un poco el cuerpo.
-¡Buuuff!, ¡qué manos más frías! -me reí a su espalda y las di la vuelta para que el dorso entrara en contacto con su piel.
-Parecen de hielo. –dejó de apoyarse y puso sus manos encima de las mías cobijándolas y ...