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Las reeducación de Areana (7)
Fecha: 05/07/2020, Categorías: Gays Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... de azotar hasta que se decidió por una paleta de madera de un centímetro de espesor, diez centímetros de ancho y treinta de largo sin contar el mango, que empuñó con firmeza. Hizo restallar varias veces la paleta en la palma de su mano izquierda y le ordenó a Marisa: -Amordazala. Me tiene harta con sus estúpidos ruegos. La mujerona tomó entonces una mordaza de bola y selló la boca de Areana, que a partir de allí sólo pudo emitir gemidos sordos y enronquecidos mientras el llanto seguía brotando de sus ojos y empapándole las mejillas para regocijo de Amalia y sus dos asistentes. La dueña de casa se ubicó entonces a la izquierda del caballete, un poco por detrás de esa estupenda colita que se le ofrecía indefensa y comenzó a pasar la paleta por ambas redondeces, de un lado al otro y de arriba abajo, provocando el terror de la pupila; un terror que se expresaba en fuertes estremecimientos. -Bueno, nena, voy a darte otra lección de obediencia. Me has dicho que te portás bien, pero debo asegurarme de que esa conducta no sea transitoria sino definitiva. Debo asegurarme de que tu mente sea la mente de una sumisa, de una perrita faldera. Que no quede en vos ni siquiera el mínimo rastro de esa pendeja indisciplinada que fuiste. –dijo Amalia mientras continuaba sobándole las nalgas con la paleta. Al oírla, Areana movía desesperadamente la cabeza de un lado al otro, queriendo hacerle entender que ella ya no era eso, que era obediente y sumisa. Su boca trataba de ...
... pronunciar un “no” que la mordaza tranformaba en un gemido ininteligible, hasta que de pronto Amalia alzó el brazo, eligió el blanco y le aplicó el primer golpe sobre la nalga derecha. La sellada boca de Areana emitió un ahogado grito ronco que se prolongó cuando Amalia descargó rápidamente el segundo paletazo, esta vez sobre el cachete izquierdo. La pupila sintió un dolor agudo que se fue intensificando a medida que la zurra iba acumulando azotes. Amalia tenía la mirada brillante y fija en esas nalguitas que se iban coloreando más y más a cada golpe. Milena y Marisa observaban como hipnotizadas el espectáculo hecho de imágenes y sonidos en clave sádica. Milena había metido su mano derecha por debajo de la cortísima minifalda de cuero negro que vestía y se tocaba mientras Marisa respiraba fuerte con la boca abierta. La paleta seguía restallando sobre las maltrechas nalgas, en las cuales habían comenzado a formarse dos moretones rojizos que iban aumentando su tamaño y viraban poco a poco hacia el tono violáceo. La pobre Areana seguía emitiendo fuertes gemidos que se hacían cada vez más roncos y corcoveaba a cada paletazos, presa de un dolor ya insoportable y rogando desesperadamente que aquel suplicio finalizara. En un momento Amalia detuvo el castigo y observó los grandes moretones que ocupaban casi la totalidad del culo de la niña. “De esto ya está bien.” Se dijo y resolvió continuar la sesión disciplinaria con otra clase de castigo. Ordenó entonces a sus asistentes que ...