El juego (I)
Fecha: 14/07/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi nombre es Isabel tengo en la actualidad 38 años, aunque lo que voy a relatar, ocurrió en el verano de 1.992, el célebre año de las Olimpiadas en España, lo menciono ya que en esos días ocurrieron los hechos. Como ya te he dicho antes, mi marido no es ajeno a lo que se relata, es más, incluso todo empezó con un juego ideado por él. En el año 1.990 mi marido sufrió un accidente de moto, quedando a consecuencia de ello parapléjico, como podéis imaginar fue un duro golpe, tanto para él como para el resto de familia. Su familia, entiéndase padres, eran de un alto nivel económico, así que en la vida de nuestro matrimonio, no sufrió variación alguna en ese sentido, únicamente el cambio fue en ver a mi marido en una silla de ruedas, ya que de cintura abajo, no sentía absolutamente nada. La relación sexual entre nosotros, se saldaba en que él me masturbaba, eso sí todo lo que le pedía, y en sexo oral.
Debido a que como he relatado por aquellas fecha se iban a celebrar las Olimpiadas en Barcelona, tanto mis suegros como mis cuñados, decidieron ir a Barcelona mientras se desarrollaran las Jornadas Olímpicas. Por ello mi suegro nos alquiló un chalet en la costa, cerca de Tarifa, al sur de España, para que nos hiciéramos cargo de los dos hijos de mis cuñados, dos chavales de 18 y 19 años respectivamente.
Así que nos aposentamos en aquel chalet decididos a pasar unas tres semanas disfrutando del sol y el mar. A la casa había acudido mi hermano menor (19 años también), con el fin ...
... de que los chicos estuvieran juntos. Todo empezó una noche cuando al acostarnos, mi marido, comenzó a decirme que se había percatado que los dos chicos mayores, es decir, mi hermano Roberto y mi sobrino Jesús, me devoraban con los ojos. No es por nada, pero a mis 28 años, realmente estaba de muy buen ver. Mis cabellos tan rubios y naturales hasta media espalda, 1,80 de estatura, y una silueta que siempre había quitado el hipo a los hombres, también hacía que aquellos adolescentes, se fijaran en aquel cuerpo. Así estuvimos charlando largo rato, riéndonos de cómo seguro que tendrían que masturbarse, como les excitaba el verme en bikini, etc.
Todo ello mientras mi marido me masturbaba y yo gozaba como hacía tiempo, ya que por mi imaginación corrían imágenes de los chicos masturbándose a mi lado, mientras yo tomaba el sol. Al día siguiente, comprobé que lo dicho por mi marido era cierto; cuando estaba tomando el sol, cuando me bañaba en el mar, cuando me extendía la crema, siempre notaba los ojos de Roberto y Jesús que no perdían detalle de mi cuerpo.
Al acostarnos, recreamos juntos, mi marido y yo, lo observado en los chicos a lo largo del día, entonces fue cuando a Miguel (es el nombre de mi marido), se le ocurrió el juego. El juego en cuestión, era encelar, excitar, provocar, etc., a los chicos mayores. Para ello, por la mañana al ir a hacer la cama de los chicos, introduje un poco de arena entre las sábanas de Javier. Llamé a los chicos y éstos acudieron enseguida a la ...