El juego (I)
Fecha: 14/07/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... su cuerpo, la visión que tenía hacía mis senos, ligeramente tapados por la pieza del bikini, hacían que la erección fuera máxima. Después de terminar con sus piernas, comencé a frotar mis manos en su vello, sus testículos y luego por el pene, mientras se lo enjabonaba, le repetí que no se preocupara, que no le diría a su tío que se le había puesto así. Incluso volví a recordarle la envidia que sentirían los otros dos de todo aquello. Recordé, como se me había olvidado, que Miguel estaba escuchando todo aquello, estaba segura de que lo que estaba haciendo, era ni más ni menos lo que él hubiera querido que hiciese. Me alegré interiormente por él, yo realmente le quería, hubiera hecho cualquier cosa por él, es más lo estaba haciendo en ese momento. Al final, incluso me atreví a retirar la piel que cubría el capullo y con mis dedos limpiara alrededor del mismo.
Por último, lo ayudé a secar con la toalla y enrollándolo en la misma le dije que se dirigiera a su habitación para vestirse. Salió corriendo, pienso que temía que Miguel le hiciera cualquier comentario, cosa que por supuesto no sucedió. Al quedarme a solas, me dispuse a ducharme, aproveche ese momento para masturbarme. Por la noche en la cama, tuve que contar, describir, explicar y casi dibujar todo lo acontecido en la ducha, mi marido esta ávido de esa información. Hizo que mientras se lo contaba, me estuviera yo masturbando, se lo describí todo, gocé de contárselo. Me contó que mientras yo estaba en la ducha con ...
... Javier, tanto Roberto como Jesús estaban detrás de la ventana de su habitación con los ojos puestos en el cuarto de la ducha, -seguro que habrán tenido que masturbarse-, me dijo. Cuando ya estuvimos más tranquilos, me dijo que aún sin poderse excitar físicamente, había sentido como una excitación psíquica; aquello no le había pasado nunca.
Al día siguiente tenía que bajar a la ciudad para sacar dinero del banco y como siempre hacemos las mujeres, realizar unas compras. Miguel me dijo que me llevara conmigo a Javier y así a solas con él intentara sonsacarle si su hermano o el mío, le habían preguntado algo de lo sucedido en la ducha, para tener la certeza de que los habíamos puesto a cien mil de excitación. Así que por la mañana, le dijo Miguel a Javier que me tendría que acompañar a Cádiz y a Roberto y Jesús que se quedarían con él en casa. Al despedirnos Miguel me advirtió en voz alta que cuidara de Javier, que no lo dejara solo ni un momento ya que ahora éramos los responsables de él y que Cádiz era una ciudad desconocida para él. Así que cogimos el coche los dos solitos y nos dirigimos a Cádiz. Ya por la carretera me di cuenta que Javier constantemente observaba mis muslos.
Llevaba una falda más bien corta y al ir conduciendo y en posición sentada, ésta se había subido algo más de lo habitual. Con toda seguridad si Javier se hubiera inclinado algo hacia delante, hubiera visto con toda claridad las bragas. Pero no se atrevía a eso, tampoco hice ningún ademan de bajar la ...