El juego (I)
Fecha: 14/07/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... habitación. Regañé a Javier por no haberse sabido lavar bien cuando el día anterior habíamos venido de la playa, mostrando la arena que había en las sábanas. Este por supuesto, dijo que no se había enterado en toda la noche de que hubiese arena en las sábanas. En ese momento, apareció Miguel en su silla de ruedas y desde la puerta de la habitación pidió explicaciones a aquel barullo.
Le explique (qué gran actriz, me dije a mi misma), lo sucedido y éste dirigiéndose a mí me ordenó que por la tarde cuando regresásemos de la playa, fuera yo quien duchara a Javier. Este intentó no se si disculparse o protestar ante su tío, pero Miguel le cortó recordándole que sus padres antes de marcharse, les habían dicho que debían obedecer y callar. Así que no hubo tiempo a la queja o protesta. Durante todo el día los mayores estuvieron como nerviosos, incómodos tal vez, no digamos Javier, no levantó la voz a lo largo del día. El chalet, daba directamente a la playa, con lo que aunque nosotros estabamos en ella tomando el sol, Miguel, se quedaba en la terraza del chalet, bajo un árbol leyendo tranquilamente, u observándonos a los chicos y por supuesto a mí. La playa estaba casi siempre desierta, nunca había bañistas, y sí había estábamos alejados unos de otros. De la misma playa se accedía por medio de unas escaleras a la terraza del chalet, en ésta misma terraza, era donde había una pequeña habitación, no más de 4 metros cuadrados, donde nos duchábamos al regresar de la playa para no ...
... meter arena en el interior del chalet.
Al atardecer, comenzamos a recoger las toallas y regresamos al chalet. Al llegar a la terraza, estoy segura de que Javier hubiera deseado en aquel momento que su tío se hubiera olvidado de lo dicho por la mañana, pero no fue así, ordenó a Roberto y a Jesús que entraran a ducharse, luego ya lo haría Javier, que tendría que lavarlo yo, continuó diciendo. Así que nos quedamos fuera en la terraza, los tres mientras los mayores entraron a ducharse. Al rato, salieron los dos envueltos en una toalla, era como salíamos habitualmente de allí, Miguel los mandó a su habitación para que se vistieran. Entramos Javier y yo a aquella habitación, yo sabía que Miguel se acercaría a la puerta con la intención de poder escuchar nuestra conversación. Así nada más cerrar la puerta, le ordené que se quitara el bañador, mientras yo con una toalla me sacudía como para hacer tiempo los pies de arena. ste se quitó el bañador dándome la espalda, me imaginaba lo embarazoso que debía ser para él encontrarse desnudo frente a mí.
La verdad es que aquella situación comenzó para mí a ser excitante. Por una parte, como podéis suponer mi vida sexual, no era de lo más alegre, por otra el que fuera mi propio marido que me hiciera lavar a aquel chico, sabiendo que tendría que restregarle por sus partes, hacían que mi excitación fuera increscendo.
Me acerqué a él, lo cogí por encima del hombro y lo puse bajo la ducha, solté el grifo y al caer el agua sobre él, comencé a ...