1. Noruega y mi familia tienen su encanto...


    Fecha: 17/07/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... mi boca corriéndose con la fuerza de una manguera, me corriera yo también en el suelo mientras ella no dejaba de masturbarme. Los labios me palpitaban y la polla explosionaba una y otra y otra vez, llenándome de semen la boca y la garganta, resbalando por el tronco, por sus huevos. Lo lamí todo, lo recogí mientras gemía porque Roja no dejaba de masturbarme hasta que, inopinadamente volví a correrme.
    
    Yo creía que me había corrido en el suelo, pero no. Casi todo el semen fue recogido por la mano izquierda de Roja, que me la acercó y entre ambos lamimos y limpiamos su mano y los huevos de su padre, para seguir besándonos.
    
    Sigurd me susurró y entonces masturbé a Roja para que se corriera, tocando el coño de mi prima por primera vez y penetrándola con los dedos por sus dos orificios (cosa que me puso salvajemente dado que era el primer ano que manipulaba) porque no me había dejado follármela. Aún. Y no habíamos llegado a la tarde cuando me descubrí totalmente entregado a las prácticas de la casa de mis tíos.
    
    La tarde, después de comer, fue entretenida. Mis tíos salieron a comprar (vestidos) y volvieron al cabo de una hora. La orden que me dejaron fue una fantasía: follarme a Roja, pero teníamos prohibidos los dos corrernos. Además, tío Sigurd me puso un anillo de metal en la base del pene y los testículos que hacía la erección mucho más dura. Y no me la podía quitar: iba cerrado con un tornillo Allen.
    
    Roja empezó comiéndome la polla con cara de vicio. Entonces supe ...
    ... que era algo que siempre había querido hacer, que siempre me había tenido enfilado, deseosa de tocarme y poder acostarse conmigo. Ambos estábamos atados con correas a la mesa del salón y nuestras actividades la rodeaban. La acosté sobre la gran mesa de madera y, con la polla rezumante y cubierta de saliva suya, sentado en la silla, le comí el delicioso coño rosado y chorreante. Ella gemía y yo tenía que pararme de vez en cuando para evitar que se corriera. Pero cuando le empecé a lamer el ano, cuando se volvió, apoyándose en la mesa y mi lengua entró en su ano despacio y presionando, ella no pudo evitar el orgasmo. Se corrió por el culo (yo no sabía que eso se podía) con el ano comprimiéndose y abriéndose, con espasmos continuos y gritos y gemidos. Yo me reí, malvadamente, pensando en qué harían tío Sigurd y tía Freya con ella.
    
    Después fue peor, porque, al penetrarla, al estar por fin dentro de ella el que casi se corre fui yo. Ella lo puso todo de su parte porque lo hiciera, gimiendo, arqueando las caderas, tocándose los pechos y tirando de ellos, diciéndome que le chupara los pezones, que era mi guarra, mi puta, mi esclava. Todo lo que se le ocurrió para que me corriera. Me vengué, entre risas: la puse del revés, a cuatro patas en el suelo y la sodomicé. Ya tenía el culo muy dilatado, al parecer lo había practicado mucho porque no tuvo problemas en aceptar mi polla endurecida y venosa, congestionada, metida hasta la raíz en las profundidades de su culo. Me moví como un ...
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