Normi, la vecina - El despertar sexual de una joven con un maduro, su maestro
Fecha: 17/07/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... consecuencias físicas y éticas. Aclarados los temas volví a las preguntas:
—Por qué usas esas ropas deportivas y tan holgadas? Creo saber la respuesta, pero dímela tú.
—Es que como tengo las… tetitas, bueno tetotas grandes me cohíbe y da mucho pudor que todos los hombres, en especial los padres y hermanos de mis compañeras traten todo el tiempo de mirármelas, por eso las ropas tan sueltas. – grandes como… -sí, como las de mamá… cómo las sentías en tus manos, dime, cómo…
—Bueno… está bien… se sienten como algo… maravilloso, como algo delicioso de tocar y sentir en mis manos. Como notas son granes y sentirlas en mis manos, digo… las tuyas… sentirlas sería algo maravilloso. Hagamos de este modo, ahora vas a la heladera y buscas una cerveza para el M, pero cuando regresas estarás sin nada desde la cintura para arriba, quiero vértelas, quiero sentirlas. Porfa! ve por la cerveza y trae tus bellezas al aire como ofrenda sí?...
Esos minutos o tal vez segundos, parecían eternos, imaginaba y deseaba que el deseo fuera realidad, y que se pudiera palpar. El corazón me latía a mil, la libido ascendía los escalones del deseo de dos en dos, no quería abrir los ojos por temor de despertar del mejor de los sueños…
Ataviada con solo una bombachita blanca de encaje, camina lento, mano izquierda en la cintura, mano derecha extendida ofreciendo la cerveza y las deliciosas tetotas balanceándose, levemente inclinadas por razones de peso y tamaño. – ¡Tome la cerveza M!
Si hasta ...
... necesitó repetirlo, de tan ensimismado que estaba adorando ese par de blancas cúpulas coronadas de una aréola rosada con el pezón semejando una frutilla madura lista para ser disfrutada. Casi sin perder de vista a estas bellezas de carnitas turgentes, coloqué la cerveza sobre la mesa y mis manos fueron como moscas a la miel, tomando posesión de cada deseo hecho carne.
Maravillosa sensación sentir la contundente belleza de sus pechos en el hueco de mis manos, trataba de abarcar esas carnes níveas y turgentes, vírgenes al tacto masculino pletórico de lujuria, que al tacto se hacía más voluptuoso y la libido se disparaba al tope de mis deseos más alucinantes.
Ella estaba totalmente absorta en la reacción que había producido en mí, primero vencer el pudor nato de la desnudez ante el hombre, segundo conseguir ese halago del macho que aún no podía procesar, sin poder de reacción estaba a merced de mis deseos.
La experiencia pierde vigencia cuando el objeto de deseo está delante, en las palmas de las manos, ofrendada al hombre que supo llegar a lo más íntimo de sus deseos, entregada al hombre que supo abrir la caja de pandora de sus necesidades de mujer.
La atraje hacia mí, deseaba sumergir la cara entre sus pechos, embriagar mis sentidos con el aroma de sus carnes, sin soltar mis manos de la rapiña de sus pechos, los dedos amaban la carne con furia, con deseo… entonces busqué su boca con la mía, mis labios buscaron el sabor de la mujer virgen.
En medio de la turba de ...