1. 48.2 Jean y Denis


    Fecha: 20/07/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    Me sentía hechizado por mi hombre, la boca me dolía de mamarle la verga y mi culo temblaba de excitación deseando su polla dentro de él. La necesitaba partiéndome en dos y dejé de chuparle el pene.
    
    -No, por favor, sigue, continúa mamando. –no podía negarme, ni lo deseaba, pero comencé a chuparle los testículos, a meterlos en mi boca y aspirar de cada uno de ellos en un ejercicio que tenía que causarle algún dolor, cuando veía que tiraba para apartar mi boca de sus huevos.
    
    -Fóllame Gonzalo, dame tu rabo ya, mételo en mi culo. –se lo pedía y a la vez quería seguir agarrado a sus testículos con mi boca.
    
    -Tranquilo mi niño tendrás lo que deseas, pero tengo que terminar de quitarte el pantalón, no querrás que lo perfore. –gruñía tirando de él hasta sacarlo por mis piernas, los pantalones ajustados no son buenos para estos momentos.
    
    Salió mi verga que estaba roja y dolorida de aguantar en su recinto cerrado y sin respirar. La abracé con mi mano que temblaba y me comencé a masturbar.
    
    -Suave, suave, ya voy a darte lo que quieres. –reía él mientras retiraba mi mano y se llevaba mi pene a la boca.
    
    Giró mi cuerpo para aplastar mi polla contra el colchón y abrió mis piernas tirando de ellas, hasta dejar mi culo a su disposición para enterró su cara en él y sentí su lengua queriendo penetrarlo. Su brazo izquierdo sobre mi cintura aplastándola y con la mano acariciando mis nalgas, la derecha la empleaba para tirar de mis testículos y mi polla. Estiré mi mano y ...
    ... busqué sujetar su verga vibrante y gorda.
    
    -La quiero Gonzalo, métela. -le suplicaba tirando de ella y queriéndola llevar al agujero de mi culo.
    
    -Te va a doler dulce putita. -¿qué me importaba el dolor, si era bastante el que sufría al no tenerle en mi interior?
    
    Se fue deslizando en mí y notaba como realmente me partía en dos, tumbado sobre mi espalda su rígido falo me entraba sin parar, empujando su cadera hasta meterla completa haciéndome gemir de placer a pesar del sufrido dolor.
    
    -¿Te gusta putito? ¿La querías así? ¿Con un poco de dolorcito? -mi cabeza enterrada en la sábana decía que, si y no podía ni hablar, sentía calentísima la entrada de mi ano, aunque él permanecía quieto cubriéndome con su cuerpo y totalmente pegado a mí lamiendo mi oreja.
    
    Sonreía a pesar del dolor envuelto en placer, y apreté mi culo para sentirle mejor, o comenzar a notarle en mi dolorido y dormido ano. Las sensaciones fueron cambiando y abrí mis piernas para favorecerle el espacio y que metiera sus caderas entre ellas.
    
    Notaba sus testículos abrasadores de calor en mi entrada y suspiré.
    
    -Fóllame, no tengas piedad de mí. –elevé las nalgas y me penetró más aún, comenzó a moverse y veía lucecitas, estrellas que estallaban en mi cerebro llevándome al cataclismo del placer.
    
    Resultaba un chico obediente al final, y atendía mi petición, el vaivén de sus caderas no cesaba en su ir y venir, chocando su pelvis contra mis nalgas abiertas y acogedoras, para el macho que las horadaba sin ...
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