1. Anita de tus deseos (capitulo 9)


    Fecha: 01/08/2020, Categorías: Gays Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    Fue dos días después de Navidad. Papá me había dicho que ese fin de semana íbamos a ir a visitar a un amigo suyo y debía estar preparada. «¿Preparada para qué?» pensé, pero no me dijo más y no le pregunté: en el fondo me daba igual mientras estuviera con él.
    
    Por la mañana, con solo un café en el cuerpo, habíamos cogido el coche he ido a correr a la Casa de Campo. Nos dimos una verdadera paliza: más de quince kilómetros. Incluso me metió mano cuándo nos hidratábamos en una de las fuentes de la tapia de atrás: la que da a Húmera. Me encanta que lo haga: no solo me siento deseada, también me siento usada.
    
    Regresamos a casa y papá no me dejó ducharme: dice que le gusta cómo huelo. Tampoco me dejó comer, salvo un gel que me dio cuándo terminamos de correr y otro cuándo llegamos a casa. Estuvo el resto de la mañana, y parte de la tarde, estimulándome sin descanso con toda la gama de vibradores y perdí la cuenta de cuantos orgasmos me obligó a tener. Estaba agotada, y a eso de las cinco me dejó en la cama para que durmiera una siesta.
    
    —Duerme y descansa que te va a hacer falta esta noche, —solo me dijo eso, eso sí, con una sonrisa en los labios, y mientras intentaba adivinar a que se refería, me quedé dormida.
    
    Me despertó a eso de las siete. Medio adormilada me sujetó con firmeza del pelo, apartó el edredón, me puso bocabajo y sin decirme nada me metió algo por el culo. Era fino, e inmediatamente note cómo algún tipo de líquido entraba por él. Lo sacó y me metió un ...
    ... plug.
    
    —Sigue durmiendo, —me tapó, apagó la luz y se fue.
    
    No sé si dormí: no estoy segura. Estaba en ese estado en que parece que no, pero si, o a la inversa. Mientras dormitaba, notaba cómo una verdadera tormenta se desataba en mi vientre. Me dolía y sentía placer al mismo tiempo. Metí la mano entre las piernas y empecé a tocarme el chocho. No llegué a correrme porque ya hace tiempo que he descubierto que necesito a papá para hacerlo: siempre que había intentado masturbarme yo sola, había terminado en fracaso. Tengo una dependencia total de él. Aun así, sentía placer, y así me sorprendió papá cuándo regresó.
    
    —¿Qué haces? —preguntó con suavidad apartando otra vez el edredón y dejándome al descubierto con el culo al aire.
    
    —Me estoy tocando: lo siento papá.
    
    —No te disculpes, no pasa nada, pero ¿estás consiguiendo algo? —negué con la cabeza—. Sabes que me necesitas para correrte. ¿Estás de acuerdo?
    
    Afirmé con la cabeza, pero no le pareció suficiente y me dio un azote en el trasero.
    
    —¡Te he hecho una pregunta!
    
    —Sí papá.
    
    —¿Si qué? —insistió dándome otro azote.
    
    —Si papá, te necesito para correrme.
    
    —Buena chica, —dijo mientras acariciaba mi enrojecido trasero. Su mano se deslizó entre las piernas y con el dedo empezó a estimularme el chocho mientras con la palma movía el plug. Fue vigoroso y a los pocos segundos me crispaba con un orgasmo tan tremendo que tuve hasta espasmos—. ¿No ves mi amor? Solo tienes que pedírmelo.
    
    Me dejó descansar unos minutos y ...
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