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Anita de tus deseos (capitulo 9)
Fecha: 01/08/2020, Categorías: Gays Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
... entonces me llevó al baño. Me sentó en el váter, me quitó el plug y descargue de golpe todo lo que tenía en las tripas. Aun así, me mantuvo sentada un rato por si quedaba algo. Después me llevó a la ducha y vi que ya tenía instalado el accesorio de la ducha. Lo primero que hizo fue metérmelo en el culo, y llenarme y vaciarme las tripas varias veces. Mientras lo hacía, con la mano izquierda que estimulaba el chocho hasta que me corría abrazada a su cuerpo. Nos secamos y pasamos al dormitorio. —No te muevas de ahí, —dijo situándome en el centro. Desde esa posición vi cómo se vestía de sport y luego se ponía a buscar en mi zapatero que ya empezaba a ser inmenso. Se acercó con unas sandalias rojas de doce centímetros de tacón y me los puso. También me puso unas muñequeras de cuero, pero no las unió, solo las dejó puestas. A continuación, me puso un collar de cuero con una correa y un abrigo largo. Muchas preguntas y muchas incertidumbres se amontonaban en mi interior. «¿Dónde me lleva así?», «¿Quién es ese amigo?», «¿Qué me van a hacer? o «¿Qué me va a ocurrir?». Mi mente no dejaba de trabajar, pero no me atreví a preguntarle nada porque no había dudas: iba a obedecer todo lo que papá me ordenase. —Ya nos podemos ir, —dijo pasándome la mano por el chocho—. Estás preciosa. Me abrochó el abrigo y con la correa del collar de la mano bajamos a por el coche. El trayecto fue largo: salimos a la M-40 norte en dirección a la carretera de La Coruña. Llegué a pensar que ...
... nos dirigíamos a la zona dónde vivíamos antes, pero no, pasamos de largo. Finalmente, nos desviamos hacia una antigua urbanización de lujo que linda con el Monte del Pardo. Estuvimos unos minutos callejeando y por fin papá paró ante un portón mientras marcaba un teléfono con el manos libres. —Ya estamos aquí, —y el portón empezó a abrirse. Entramos con el coche y paramos en una rotondita que había ante la puerta de lo que sin lugar a dudas era una mansión. —Esto es muy importante para mí, —me dijo antes de bajar—. Quiero que te esfuerces en complacer a mi amigo. Sé que no es necesario que te recuerde la obediencia que me has prometido, pero quiero estar seguro: no quiero fallos. ¿Lo has entendido? —Sí papá, lo he entendido: te prometo que haré todo lo que queráis. —Muy bien: buena chica, —dijo acariciándome la mejilla— y disfruta, suéltate, te quiero caliente cómo tú eres. Quiero que cuándo mi amigo te toque te corras cómo haces conmigo, aunque sé que no es lo mismo. —No te preocupes papá, —se inclinó y me besó en los labios. Salió del coche, lo rodeó, abrió mi puerta y cogió la correa con una mano mientras con la otra me ayudaba a salir. Llegamos a la puerta y sin llamar esta se abrió. Ante nosotros una mujer de mediana edad, con cierto atractivo, un poco entrada en carnes y desnuda nos franqueó la puerta. Me fijé que llevaba aros en los pezones de dónde colgaba una pequeña cadenita con un cascabel. La vagina también la tenía llena de aros, así como un ...