1. EN UN MUNDO SALVAJE (2)


    Fecha: 02/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... entonces, cuando al fin le encontró, era mucho más. Literalmente hundido, hecho una auténtica piltrafa humana. En aquellas, más menos, siete horas transcurridas desde que se marchara de casa tras cenar, había envejecido años. Y Ana se sintió como el ser, la hembra, más despreciable del mundo. La más rastrera, la más inmunda. Intentó abrazarle, estrecharle entre sus brazos, pero él la rechazó – ¡Ni se te ocurra tocarme! ¡Te mato, ¿me oyes?; te mato! ¡Vuelve con él; sigue revolcándote con él! ¡Os he oído…te he oído! ¡Dios mío, y qué escandalazo armabas! ¡Vuelve, pues, con él! Y sigue disfrutando de tu macho. A mí ya no me necesitas; para qué; tienes un macho joven, que te monta bien montada…mejor que yo, que ya soy viejo ¡Vete, Ana; largo de mi presencia! ¡Antes de que te eche a patadas! ¡A palos, como casi acabo de hacer con tu macho! Ana se quedó callada, entre desconcertada y rabiosa por lo que acababa de decirle su marido, pero, finalmente, no perdió los estribos, sino que se revistió de una frialdad increíble, enfrentando a su Juan con tremenda tranquilidad, al propio tiempo que se disponía a ir a por todas con él, a amarle como nunca le había amado, a hacerle, darle, lo que ni por soñación pensó nunca hacer o dar a hombre alguno, ni a él siquiera, a su adorado marido. Sí, Ana hizo gala de inigualable frialdad y tranquilidad, pero también de seguridad en sí misma, mientras en su interior ardía la llama de la más volcánica pasión, el candente ardor de su amor por él, ...
    ... posesionado entonces de ella como jamás antes la dominara. Iba a por todas para recuperarle, para lograr conservar su amor desmedido, ese amor que tan dichosa siempre la hiciera. Tampoco iba a mentirle; admitiría, claramente, con toda sinceridad, fría sinceridad, lo ocurrido entre su “macho” y ella, sin tapujos – No me voy a ir Juan; ni aunque me apalees Que puedes empezar cuando quieras; lo aguantaré sin cubrirme, sin una queja. Puedes darme la tunda más grande del mundo, pero no me voy a ir. Te seré sincera, cruelmente sincera: Sí, he disfrutado con él. Como una bestia irracional, como una hembra salvaje, más que “movida”, en la cumbre de su libidinoso celo. Lo que ha pasado entre Yago y yo ha sido, exactamente, eso, sexo salvaje, bestial, porque éramos dos animales, dos bestias salvajes, macho y hembra Y claro que lo he disfrutado, porque con él, con mi macho, mi garañón, he descubierto todo un Universo de placeres hasta esta noche enteramente ignorado por mí. Y me ha gustado, me ha encantado; he disfrutado del sexo como jamás creí que pudiera disfrutarse. Y, es más: No pienso renunciar a eso, a disfrutar del sexo como esta noche lo he disfrutado, luego hazte a la idea de que esto volverá a repetirse cada noche…“ad aeternitatem”(1) Ana calló un instante, para tomar aliento, pues según hablaba se envalentonaba más y más, tomando cada vez más seguridad en sí misma, mientras Juan la miraba anonadado, alucinado, sin poder decir ni “esta boca es mía”. – Sí, Juan, mientras estuve con ...
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