EN UN MUNDO SALVAJE (2)
Fecha: 02/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... la mar de duces, comunicándose mutuamente el profundo amor que se tenían. El mundo, el Universo entero, desapareció en su derredor, para sólo existir ellos dos y su mutuo amor, su única razón de ser, de vivir, de estar vivos, amarse y amarse y amarse. La verdad es que la sesión de “sexo oral” que ella acababa de dispensarle, apenas si les había cansado, sin ni por asomo llegar al desgaste que, de por sí, supone la penetración, con lo que ambos estaban bastante frescos, listos para seguir en la “brecha”, si no fuera porque el “pajarito” de Juan aún estaba para pocos trotes, que bien que acababa, “er probete”, de “vaciarse” y, más bien, que a “tutiplén”, y a sus ya cincuenta y seis años, de “alegrías”, casi, casi, que las justas. Mas también estaba su “aguerrida” Ana de su alma, más que dispuesta a dejarse los “pelos en la gatera” por su “Juanico”, con lo que, enseguida, volvió a “amorrársele” que era una vida suya, “der Juanico”, con lo que, en menos que canta un gallo, “aquello” volvía a estar en estado de merecer, amén de la mar de brillante por el “fino” ensalivado que ella le prodigó Desde entonces la relación fue como un combate cuerpo a cuerpo desarrollado en sucesivos asaltos, al modo de los de boxeo, sólo que sin vencidos, solamente vencedores, intercalados los “asaltos” por breves minutos de tregua, en los que, entre caricias y besos, aderezados con muy, pero que muy sentidos, “Te amo, te quiero” mutuos, recuperaban el necesario resuello para volver a la “dura” lid. ...
... Un “combate” que empezó en la forma más “aguerrida” con una Ana desmelenada en su empeño de dar el súmmum del placer a su maridito, empezando el menú con el plato fuerte de su virginal culito, que ofreció, sin más, a un Juan desconcertado ante el sensual ofrecimiento, pero que minutos después bramaba de gusto en algo así como el “Do Mayor, Do Alto o Do de Pecho” en lo tocante a placeres sexuales, aunque de oírse también fueron los aullidos de loba en celo de ella cuando ya superado el intenso, demoledor, dolor de la salvaje penetración, se abrió, también para ella, una especie de paraíso sexual llevado a las alturas del sibaritismo. Tras este inicio, por todo lo alto, vino el “folgarle” ella a él, amazona en garañón, cabalgándole a galope tendido, que los masculinos bramidos cuando lo del anal, casi quedaban en mantillas ante los rugidos que Juan soltaba conforme sus chorros de vida encharcaban la cuevita de su mujer, que le animaba a seguir y seguir vaciándose en ella • ¡Sigue, sigue amor; sigue corriéndote en mí! ¡Disfruta, mi amor; disfruta de tu mujer!. ¡Venga, mi amor mi hombre! (casi dijo “mi macho”, pero se contuvo, por lo de “No mentar la soga en casa del ahorcado) Vamos, amor; sigue, sigue corriéndote en mí, disfrutando de mí Y tras este encendido comienzo la relación prosiguió por los dulces, suaves y tiernos, cauces del más puro amor, que no por ello menos apasionado; el amor que es puro sentimiento, potencia del alma, del espíritu indeleble, que no de la materia ...