Cuando él se va
Fecha: 07/10/2017,
Categorías:
Voyerismo
Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... quedé inmóvil, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, Lorena me miraba fijamente, con una mirada sádica, su marido acercó su mano a mi intimidad, saqué culo discretamente hacia atrás, sentí sus dedos acariciar la tanga que se escondía entre mis glúteos para hacerla a un lado, sus falanges se colaron de pronto en mi sexo y hurgó en el interior, estaba empapada, sorprendida, sin decir palabra.
Creo que Arturo solo tanteaba en ese momento mi reacción y me mostré permeable, de pronto se acomodó mejor, sacó sus dedos y lo siguiente que me penetró fue otra cosa, su pija dura estaba dentro de mi concha, yo seguía inmóvil, paralizada como una estatua de cera, aun con la copa de vino en mi mano, tratando de mantenerla suspendida en el aire a pesar de que me mecía en el taburete por los empujes del macho a mi espalda.
Y Lorena, creo que era la que más gozaba de las tres, sentía su perversa mirada clavada en la mía, disfrutando el momento, y yo no quería gemir, pero gemía, y yo no quería gozar, pero gozaba, sentía expulsar con fuerza el aire por mi nariz produciendo un fuerte ‘sssss’, acompasado.
Ya no pude mirarla, cerré los ojos, lo sentí venir, de pronto las manos de Arturo se aferraron a mi cintura para apretarme con fuerza, lo sentí bramar por detrás, su verga explotó en mi interior llenándome de leche.
El reposó su cabeza en mi espalda como tratando de recuperar el aliento, subió sus manos para apretarme las tetas por sobre el vestido, Lorena estaba ahí y a pesar ...
... que veía nítidamente sus pezones marcando su blusa mostrando cuan excitada estaba, toda la situación a mí me dio mucho pudor…
No hablamos mucho más esa noche, al poco tiempo ellos se despidieron de mí, intuí que yo había sido un fetiche y que ellos seguirían solos por su lado, lo mío solo había sido un precalentamiento. Y yo, apenas cerrada la puerta de casa, fui corriendo a la cama a masturbarme, recuerdo meter los dedos en mi concha y luego chuparlos con locura, tenían un rico sabor a Arturo.
Pasaron los días, en el gimnasio los tres tuvimos una pícara complicidad, pero no hablamos mucho del tema, Sofía me agradeció porque me dijo que después de esa noche ellos cogieron como animales, pero a mí todo esto me daba mucha vergüenza. Enrique volvió a casa, obviamente nunca le conté nada, pero lo vivido con mis amigos me tenía como brasa caliente. Mi esposo se fue nuevamente, y regresó, y volvió a irse, como era costumbre en su aburrido trabajo, sin embargo, nada más había pasado con mis amigos del gimnasio.
Hace unos días, al salir del gimnasio, me despedí de ellos como hacía cada día, entonces Arturo me preguntó:
-Lore, Enrique está de viaje?
-Si… por?
-Por nada, es una pena, con Sofi queríamos invitarlos a casa, no lo conocemos mucho, él siempre está de viaje…
-Si, siempre está de viaje… - respondí resignada encogiéndome de hombros.
-Otra vez será entonces…
-Yo estoy libre! – apuré el diálogo en forma intempestiva y sin reparar en la forma que lo ...