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La chica del chat
Fecha: 11/08/2020, Categorías: Gays Autor: txuso, Fuente: CuentoRelatos
Chateábamos a menudo. Ella tenía diecinueve años y me había confesado que aún era virgen, hasta el punto de no haber visto un pene. A mí me sorprendía porque, según se sabe, hoy los adolescentes están en contacto con el sexo mucho antes que de lo que lo estuvimos los de mi generación, pero ella era distinta, me confesaba que tenía ganas, pero que no se decidía, que sentía un poco de miedo, por una parte, y por otra no sabía en quien confiar para pedirle sin consecuencias que la dejara hacer, experimentar con el cuerpo sin condiciones ni prisas. Habíamos cogido confianza chateando, me contaba con naturalidad sus inquietudes, o me preguntaba lo que quería saber sobre sexo. Yo no le había mentido, desde el principio le dije que le doblaba la edad, pero a ella no le importó, decía que le gustaba el hecho de que fuera mayor porque eso significaba experiencia, y así resolvería mejor sus dudas. El chat en el que nos solíamos escribir ofrecía la posibilidad de hacer vídeo-llamadas. Ella me contaba que cuando hablaba conmigo solía sentarse, abriéndose la falda, sobre un cojín y se movía sobre él, masturbándose lentamente. Lo hizo desde el segundo día que hablamos y se había convertido en su ritual. Cuando me confesó esto no pude evitar cierta emoción, me gustaba provocar esa sensación en ella. Le pregunté si quería que le pusiera la cámara para que viera por fin una polla, pero ella respondió con un “no sé”. Su timidez era palpable, lo que me provocó cierta ternura. Le volví a ...
... preguntar, algo en mí decía que quería pero que, por su timidez, no lo iba a reconocer, así que tomé la iniciativa y le envié una solicitud para que pudiera verme. La aceptó. En la pantalla sólo se veía mi camiseta desde el pecho hasta la cintura. “Dime qué quieres que haga”, le pedí. Me dijo que me pusiera en pie y lo hice. “Me gusta, dijo, súbete la camiseta”, empezaba a soltarse. Me quité la camiseta. “Me gusta lo que veo, me escribió, te quedan bien los vaqueros”. Entonces desabroché el botón y bajé la cremallera, dejando entrever mi bóxer. “¿Te gusta?”, le pregunté. “Sí, tienes buen cuerpo”, dijo. “¿Quieres que siga?”, y ella volvió a decir “no lo sé”, lo que yo interpretaba como un sí tímido. Así que bajé mis pantalones y me quedé en bóxer. “¿Te estás frotando con el cojín?”, quise saber. “Sí, estoy muy mojada”. “Me gusta saberlo, ¿quieres que siga?”, “si tú quieres”. Entonces marqué mi polla con las manos sobre el bóxer para que la apreciara bien, escribió algo sobre su tamaño y entonces lentamente bajé el bóxer y le mostré todo lo que quería ver. Estaba erecto por la situación, me la cogí y empecé a masturbarme lentamente para ella, que iba comentándome sus impresiones a la vez que se frotaba con el cojín cada vez más empapada, “me gustaría tocarla”, escribió. Seguimos hablando tiempo, en el que me a veces me masturbaba para ella en el chat, ella había cogido más confianza y ahora me pedía posturas y gestos, estaba experimentando y yo me ofrecía a complacerla de este ...