1. Una noche de sexo en la oficina


    Fecha: 14/08/2020, Categorías: Masturbación Autor: afuentes, Fuente: CuentoRelatos

    ... comprar algo de cenar y para los taxis de regreso a casa.
    
    Nos dieron las 8:00 de la noche y Diana nada que acababa, se sentía frustrada y apenada porque ya era tarde. Yo traté de animarla y le dije que era normal, que poco a poco iría mejorando, que era parte del proceso de adquirir experiencia. Para terminar de reconfortarla comenzamos a conversar, así que le dije:
    
    —Descansa un poco, vamos a pedir la cena. ¿Qué se te antoja?
    
    —Pizza, tengo antojos de pizza, aunque mejor no… voy a engordar.
    
    —Que vanidosa eres niña, por un pedazo de pizza no vas a dejar de verte atractiva.
    
    Entre apenada y coqueta Diana me contestó:
    
    —¿Le parezco atractiva Licenciado?
    
    —Tú sabes que lo eres, no te hagas. Pero no me digas licenciado, me siento viejo, somos compañeros, puedes tutearme.
    
    —Ok. Alberto.
    
    La pizza llegó y cenamos en mi oficina ya que la de ella estaba llena de papeles de trabajo, hablamos un poco de todo, de su familia y de la mía, de música, hasta que sonó su teléfono y se apartó un poco para contestar. Yo traté de no incomodarla en su charla, pero alcancé a escuchar que decía que llegaría tarde, que aún le faltaba mucho por hacer. Cuando colgó solo atiné en decir:
    
    —Tu novio ya ha de estar preocupado.
    
    —No tengo novio Licen… Alberto, era mi madre que preguntó cómo iba con el trabajo.
    
    —No te creo que no tengas novio, insisto en que eres muy atractiva.
    
    —Pues no, nadie se fija en mí.
    
    —No te creo, quién podría verte y no querer algo contigo. Eres ...
    ... hermosa, divertida, inteligente… ¿que más se puede pedir?
    
    —Ya Alberto, me pones nerviosa.
    
    —Disculpa no era mi intención.
    
    —No lo digo en mal plan, me gusta lo que me dices, y eso me pone nerviosa.
    
    Tomé el cabello de Diana, lo hice a un lado y besé su mejilla, me acerqué a su oreja y pronuncié su nombre “Diana”. Eso le provocó un leve escalofrío, supe que ella se sentía igual que yo, así que besé sus labios.
    
    Diana contestó tímidamente al beso, pero no hizo ningún intento por irse o impedirlo, así que le di otro, y otro más. La tomé de la mano y le dije “ven, vamos al sillón”. Nos sentamos y comenzamos a besarnos como un par de novios, poco a poco los besos subían de tono, sentía las manos de Diana acariciando mi pecho y mi espalda, yo la tenía de la cintura y acariciaba su costado evitando tocar sus pequeñas tetas y evitar que se apenara, quería estar completamente seguro de avanzar en el momento adecuado.
    
    Me recosté un poco sobre el descansa brazo del sillón y Diana se acomodó un poco sobre de mí, fue entonces que decidí avanzar en mis caricias, de su cintura pasé a sus nalgas, las acariciaba, las apretaba un poco por encima de sus jeans. Tomé una mano de Diana, y la llevé poco a poco de mi pierna hasta mi verga, para que me sintiera aún por sobre el pantalón.
    
    —Qué rica la tienes… (Balbuceó Diana).
    
    —Así me la pones amor, ¿ahora me crees que estás muy rica? Me encantas niña.
    
    —Y tú a mí, desde que vine a mi primer entrevista te vi y pensé, “ojala me den el ...
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