Una noche de sexo en la oficina
Fecha: 14/08/2020,
Categorías:
Masturbación
Autor: afuentes, Fuente: CuentoRelatos
... y humedad en mi barbilla.
—Qué rico lo haces!… —comentó Diana.
—Es la idea amor, que lo disfrutes.
—¿Dónde aprendiste a hacer eso?
—Eso no se pregunta niña.
—Perdón.
—je je je, no te preocupes, pues soy mayor que tú, algo debo de saber hacer bien ¿no crees?
—Bastante bien diría yo.
—Ven, bésame, siente el sabor de tu vagina en mi boca.
Yo seguía con la erección casi intacta, ver disfrutar a Diana me había puesto muy caliente, así que la recosté completamente sobre el sillón, una de sus piernas quedó casi sobre el respaldo y la otra bajo el sillón, así que me puse de rodillas en el sillón, tomé la pierna que había quedado en el respaldo y la llevé a mi hombro derecho, su vagina quedó totalmente a mi disposición, así que lentamente se la fui metiendo.
El panorama no podía ser mejor, mientras bombeaba a Dianita en un rítmico mete y saca, podía ver su cara de placer, sus mejillas enrojecidas, y sus pequeñas tetas agitándose al ritmo de la penetración.
—¿Te gusta Diana?
—Si Alberto, mucho. Me estás cogiendo bien rico.
—Pues tú también lo haces muy bien, aprietas muy rico.
—Que vergota estoy sintiendo, me siento muy abierta.
Al oír esa última frase me puse aún más caliente, tomé la otra pierna colgante de Diana y la puse en mi hombro izquierdo, me dejé ir un poco más al frente y con ello su cadera se levantó dándome libertad de movimiento, así que empecé a penetrarla con todas mis fuerzas, el sonido del choque de las pieles era muy ...
... sensual, los gemidos de Diana se volvieron gritos de placer, yo quería taladrarla, metérsela hasta los huevos. Con dificultad Diana podía decir “Así, así, así”, no pude más, me salí de ella y me vine en el piso. Pocas veces había yo expulsado tal cantidad de leche.
Diana y yo quedamos ahí en el sillón, rendidos por la batalla. Un par de minutos después comenzamos a besarnos tiernamente acariciando nuestros cuerpos sudorosos. Diana estaba contenta, se le miraba en los ojos, y la verdad es que yo estaba igual, feliz de estar con esa hermosa chica. Diana sonriendo me dijo:
—Tan seriecito que se ve usted licenciado.
—Con una mujer como tu nadie puede contenerse. A pesar de que eres muy joven, eres muy mujer. Me encantas.
—¿Qué hora es?
—11:30, ¿ya te quieres ir?
—pero… ¿y el trabajo?
—El trabajo que se espere, ese nunca se acaba.
—Tienes razón, pero que bueno que se juntó el trabajo, así pudimos estar juntos.
—No quiero que tengas problemas en casa.
—¿Tú ya te tienes que ir?
—Lo que quiero es cogerte de nuevo, eso es lo que quiero.
—Me gusta cómo me lo haces.
—Ahora cógeme tú. Súbete en mí.
—¿Te la puedo volver a besar primero? La tienes muy rica.
—Haz lo que quieras, ahora tú mandas.
Dicho esto, Diana se colocó de rodillas en el piso, yo abrí mis piernas y le di total acceso a mis partes, ahora no solo podía darme una buena mamada, sino que podía acariciarme y lamer mis testículos. De nuevo se afanó en su tarea, yo la guiaba un poco ...