Esta me la pagas
Fecha: 12/09/2020,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... rápido con mi amiga? –Si quieres me quedo con ésta –me sobó un pecho –y tú te tiras a Mamen. Ya tendré tiempo de hacerlo en la oficina.
-Por ahí viene.
Ahora sí los abrí. Se había vestido y caminaba decidida, contenta hacia su amado. Una buena amiga la habría prevenido de la catadura del sujeto, pero estábamos allí por su culpa. Lo abrazó fogosa, besándolo hambrienta, mientras su jefe la tomaba de las nalgas. El beso se tornó obsceno hasta que oí a Quim preguntarle si aún quería más. Contigo siempre quiero más, respondió la idiota.
Violentamente, el hombre la giró sobre sí misma, la empujó contra el capó del coche al que se apoyó estirando los brazos, le levantó la falda del vestido, se ensalivó los dedos, hurgó entre sus piernas, estás empapada y sin bragas, sí, ¿dónde están tus bragas? Las tienes tú. Se sacó un tanga negro del bolsillo, se lo mostró mientras Mamen gemía, para metérselo en la boca a continuación. ¡Qué cerdo! ¡Qué puta!
Sin duda Quim estaba protagonizando un espectáculo para su hermano. Al menos lo miró un par de veces, como guiñándole un ojo aunque no pude ver si lo hizo, la segunda al bajarle el vestido hasta la cintura para que el pedazo de par de tetas de mi amiga se mecieran obscenas.
Cerré los ojos, harta de la velada, cuando noté las manos de Antonio moviéndome. No, no, repetí tratando de huir gateando por el asiento. Pero no me quedaban fuerzas. Tiró de mis caderas hacia atrás, quedando mi culo levantado. Apartó mi ropa, ladeó la tira ...
... del tanga y me metió los dedos, no sé cuántos. Rogué, pero sabía que era en balde.
Sorprendentemente, noté más polla de la que esperaba. Supongo que debido a mi escasa lubricación sentía la fricción más intensamente, pero su pollita me llenaba. Me dejé hacer. No me quedó otra. Mis rodillas habían quedado al filo del asiento, mientras mis caderas se asomaban al acantilado. Hundí la cabeza entre los brazos tratando de mitigar el malestar cuando sucedió. No, eso no, no me hagas eso, repetí pero lo hice para mí, incapaz de verbalizar ni una sílaba.
Un dedo había entrado en mi recto. El cerdo aquel, involuntariamente, había dado con mi punto débil. Mi anillo anal se abrazaba a aquel intruso como un náufrago a un flotador, lanzando descargas eléctricas a todo mi perineo, encendiendo mis labios vaginales, incendiando mi clítoris. No pude detener los jadeos. Ese doble juego, esa doble penetración, me perdía. Lo había probado con dos hombres, pero no funcionaba pues era demasiado agresivo. Pero una polla en el coño y un dedo o un vibrador pequeño en el culo me llevan al paraíso.
Traté de silenciar mis gemidos, de disimular mis sensaciones, pero me fue imposible. Cuando mi sexo se activa, cuando el orgasmo se acerca, dejo de ser yo, para convertirme en una fiera descontrolada.
Lo peor no fue que me follara contra mi voluntad, que su lengua me insultara de nuevo llamándome puta, zorra y perra.
Lo peor fue sentirme como una puta, una zorra, una perra, mientras pensaba en ...